Las autoridades sanitarias argentinas han informado que, a pesar de que la pandemia de COVID-19 aún no ha concluido, un menor número de personas se ha presentado a recibir su dosis de refuerzo de vacuna, debido a una falsa percepción de bajo riesgo que hace que la cobertura no sea suficiente.
Mientras que más del 82% de la población se ha puesto el esquema completo de dos vacunas, las inyecciones adicionales se han omitido de forma persistente a pesar del aumento del número de casos durante el mes de mayo.
Los científicos insisten en que estas inyecciones son la mejor manera de prevenir la infección, los síntomas graves y la posible muerte.
El bajo cumplimiento de la población para recibir la cuarta dosis tiene mucho que ver con los mensajes que se han instalado en relación con el covid durante estos últimos meses. Se ha difundido que la pandemia ha terminado y que el covid, si uno se vacuna, es sólo la gripe. De esta manera, se hace muy difícil motivar a la población para que se aplique una nueva dosis, señaló a Página 12 el doctor en Ciencias Químicas y bioinformático del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Rodrigo Quiroga. No hemos terminado de inculcar la idea de que es mejor prevenir las infecciones, agregó.
Argentina necesita vacunar más. Es un problema que tienen muchos países. Si bien tenemos muy buenas coberturas de primera y segunda dosis, no sucede lo mismo con el refuerzo, dijo Daniela Hozbor, bioquímica e investigadora principal del Conicet en el Instituto de Biotecnología y Biología Molecular de La Plata. La variante Ómicron obliga a tener más cobertura, tanto por su contagio como por su capacidad de evadir la respuesta inmune. Dos dosis no son suficientes para protegernos de la enfermedad grave y de la muerte, subrayó en un reportaje que recoge Página 12.
Según datos oficiales, el 90% de la población recibió la primera dosis, el 82% la segunda y el 56% el refuerzo.
La estabilización de la pandemia ha llevado a la gente a pensar que la pandemia ha terminado. La gente ya no percibe que sea necesario protegerse contra este virus. Al mismo tiempo, me parece que es necesario reforzar la campaña de comunicación, insistió Hozbor.
El Consejo Federal de Salud (Cofesa) que reúne a los ministros de salud de las 23 provincias más los de la Ciudad de Buenos Aires y el gobierno federal había acordado ya en abril la necesidad de una cuarta inyección (segundo refuerzo), tras lo cual comenzó a aplicarse en todo el país a los grupos prioritarios (personal sanitario, mayores de 50 años y niños inmunodeprimidos). A los mayores de 12 años con un esquema primario completo se les prescribió el primer refuerzo de la vacuna de ARN (Pfizer o Moderna).
El segundo refuerzo debe recibirse 120 días después de la tercera dosis y también 90 días después de haber tenido COVID-19. Estas vacunas pueden tomarse conjuntamente con las de la gripe.
Desde que se cambiaron los criterios de los hisopados, todo se vuelve más difícil. No podemos comparar con los números anteriores, parecería que el impacto de esta cuarta ola es minúsculo, cuando en realidad no lo es, advierte Quiroga. Y añade: Tenemos que pensar que, aunque toda la población esté inmunizada, este virus sigue siendo la enfermedad respiratoria más grave que podemos contraer. El virus sigue mutando, con nuevas variantes que generan nuevas oleadas.
El número de muertes en cada ola depende de la protección de la población contra la enfermedad grave y del número de infecciones. Cuantas más personas se infecten, más muertes, añadió.
La gran diferencia en el número de muertes entre la ola de 2021 causada por Gamma y Delta (que causó 60.000 muertes) y la ola Ómicron de enero de 2022 (que causó 10.000 muertes) son las vacunas. La vacunación redujo significativamente el impacto negativo de este virus, subrayó Hozbor.
En cuanto a la inmunidad adquirida a través de las vacunas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) admite que aún se está investigando la intensidad y duración de esta protección. Los infectólogos insisten en que el cuerpo necesita reforzar la inmunidad después de 4 a 6 meses. De ahí la importancia de las dosis de refuerzo.
Según varios estudios científicos, la combinación de vacunas proporciona una mayor respuesta inmunitaria frente al virus. La generación de anticuerpos es el principal objetivo de una vacuna. Pero si además se añade la respuesta de inmunidad celular, se puede reforzar el sistema de defensa del organismo y mejorar la protección contra el virus.
Según explican los científicos, el riesgo de muerte por COVID con un esquema inicial más refuerzos para un adulto mayor de 50 años es 18 veces menor que si recibe una sola dosis o no recibe ninguna vacuna. Sin embargo, la cantidad de anticuerpos neutralizantes del virus que proporcionan las vacunas disminuye con el tiempo. Las campañas de vacunación contra el COVID-19 a gran escala están ayudando a controlar la propagación del virus, pero incluso en países con altas tasas de vacunación se producen infecciones ocasionales debido a la pérdida gradual de inmunidad con el tiempo.
Es importante la aplicación de una tercera dosis, para la población en general, como una cuarta para los inmunocomprometidos o los mayores de 50 años que fueron inmunizados con vacunas de virus inactivados o atenuados; como es el caso de Sinopharm. En Argentina, se aprobaron dosis de refuerzo para los mayores de 18 años, en noviembre, a los 6 meses. Luego, en enero, se acortó a 4 meses. Y a fines de febrero se promovió un refuerzo, también a los 4 meses, para los adolescentes, explicó Pablo Bonvehí, miembro del Comité Nacional de Inmunizaciones (CoNaIn).
El Ministerio de Salud de la Nación difundió un video en el que se explica el objetivo y la importancia de los refuerzos de las vacunas, en momentos en que la gente no se presenta cuando se la convoca.
A los efectos sanitarios, se ha dividido a la sociedad argentina en tres grupos: los no vacunados o con una sola dosis, los que tienen el esquema completo y los que ya se han aplicado tres o cuatro dosis.
Luego, la Dirección Nacional de Epidemiología pronosticó cuántas personas de cada grupo se espera que mueran por COVID: 186 para el grupo 1, 45 para el grupo 2 y 12 para el grupo 3. Es decir, para un adulto mayor de 50 años, el riesgo de muerte es 18 veces menor que si no recibió una sola dosis o no se vacunó. En el grupo de edad de 20 a 49 años, la tasa de mortalidad es del 4% para el grupo 1, del 1% para el grupo 2. y del 0,3% para el grupo 3.