Aunque el 76% de los depósitos en los bancos uruguayos están en dólares estadounidenses, la consultora de calificación crediticia Moody's ha dicho que no hay nada que temer.
Al cierre de 2020, Uruguay presentaba el mayor nivel de dolarización con el 74% de los depósitos, seguido de Paraguay, Costa Rica y Perú con el 44%, 42% y 39%, respectivamente, según Moody's.
El informe de la agencia emitido esta semana enumera una serie de razones por las que los inversores no deberían preocuparse por el destino de sus ahorros en un sistema bancario robusto.
En Europa, Bielorrusia encabeza la lista de depósitos en moneda extranjera con un 65 %, seguida de Azerbaiyán con un 56 %, Turquía con un 47 %, Armenia con un 46 % y Ucrania (38 %).
Moddy's también dijo que no prevé una caída en la tasa de dolarización de Uruguay en los próximos años. La alta inflación y la continua depreciación del peso seguirán llevando a los ahorristas uruguayos a la seguridad de los dólares, pronosticó la agencia. Como resultado, “aproximadamente el 76% de los depósitos bancarios están en dólares a septiembre de 2021”, mostró el último informe.
Muchos de esos dólares pertenecían a inversionistas no residentes, en particular ahorristas argentinos, que poseen alrededor del 10% del total del sistema.
Según Moody's, una alta dolarización significa riesgos de largo plazo para los bancos y es muy difícil de revertir. Normalmente, recuperar la confianza en la moneda local y reducir gradualmente los préstamos y depósitos en dólares requiere muchos años de políticas sólidas, incluso si las condiciones macroeconómicas se han estabilizado y la inflación ha disminuido.
Sin embargo, en el caso uruguayo existen varios factores que blindan al sistema bancario de los riesgos de una alta dolarización. Entre ellos se encuentra la balanza comercial positiva de larga data del país desde 2016 y también los últimos cuatro aumentos en la tasa de interés del Banco Central (BCU) de 4,5% a 6,5% para evitar que el peso uruguayo se deprecie.
El informe de Moody’s se redactó para anticipar lo que puede suceder en Estados Unidos con sus políticas antiinflacionarias que también incluyen tasas de interés crecientes. A medida que aumentan las tasas de interés en EE. UU., es probable que el flujo de capital hacia las economías emergentes se desacelere, lo que afectará negativamente el crecimiento económico en esos países y debilitará sus monedas, advierte el documento.