Chile comenzó este lunes a aplicar la cuarta dosis de vacuna contra la COVID-19 a su población luego de que el 10 de enero se inyectaran refuerzos adicionales a personas con comorbilidades, personal de salud y mayores de 55 años ante el aumento de infecciones por la variante Ómicron.
El presidente Sebastián Piñera, de 72 años, fue el primero en recibir la dosis adicional de refuerzo. El jefe de Estado dijo estar muy agradecido por la forma en que los chilenos y chilenas enfrentaron esta pandemia.
Agregó que dado que “el virus Ómicron tiene una capacidad de contagio que sorprendió al mundo entero y provocó el colapso del sistema de salud incluso en los países más desarrollados, Chile decidió implementar tres medidas para enfrentar la emergencia”: fortalecer el sistema de salud del país; vacunación masiva a partir de los 3 años y estrictas medidas de prevención.
Piñera se puso la inyección en un centro de salud público de Futrono, en la Región de Los Ríos, 800 kilómetros al sur de Santiago, donde pasaba unos días de vacaciones. Dejará su cargo el 11 de marzo cuando sea juramentado el presidente electo Gabriel Boric.
Según el Ministerio de Salud de Chile, esta cuarta dosis multiplica por veinte la protección de una persona “respecto a quien no tiene la vacunación completa”.
Alrededor del 73,9% de los chilenos han recibido la tercera dosis o la primera inyección de refuerzo. Las marcas más utilizadas en Chile son CoronaVac, Pfizer-BioNtech, AstraZeneca y Cansino.
Chile es uno de los países con mayor tasa de vacunación en el mundo, con más del 92% de la población (19 millones) habiendo tomado un tratamiento completo de dos dosis o monodosis. También es uno de los pocos que ha iniciado el ciclo de la cuarta dosis, cuando se han notificado más de 30.000 nuevos casos diarios. Las autoridades de salud insistieron en que la vacunación ha evitado que las personas entren en condiciones graves y críticas.
Un total de 40.060 chilenos han muerto por COVID-19 desde el inicio de la pandemia, así como 2.405.672 contagios