Las protestas callejeras contra el gobierno se registraron en la mayoría de las ciudades argentinas el martes, particularmente alrededor del icónico Obelisco de Buenos Airres, pero también fuera de la residencia presidencial de Olivos para señalar la desaprobación de parte del pueblo a las nuevas restricciones fundadas en motivos sanitarios.
Las multitudes antigubernamentales más grandes se reunieron en Córdoba, Tucumán y Rosario, donde la policía reprimió a un grupo anticuarentena y detuvo a unas 30 personas.
El presidente Alberto Fernández emitió la semana pasada un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que ordenó 9 días de confinamiento estricto, lo que permanecerá vigente hasta el 31 de mayo.
Era un feriado nacional en Argentina, asociado a una libertad que parece perdida.
El 25 de mayo de 1810, la gente de la Ciudad de Buenos Aires decidió que con el rey Fernando VII rehén de Napoleón, el virrey local no representaba a nadie y si la gente en España tenía sus propios gobiernos autoproclamados en nombre del monarca, los ciudadanos de las colonias podrían hacer lo mismo. Fue el comienzo del camino hacia la independencia y de ahí la fiesta nacional.
Pero el 25 de mayo de 2021 encontró al pueblo de Buenos Aires (y del resto del país) en estricto confinamiento debido a las medidas sanitarias tomadas por un gobierno votado por el pueblo, que en nombre de un virus amenazante, cedió ante el consejo de sus asesores epidemiólogos y profundicó el deterioro de una de las peores economías del mundo.
Las llamadas medidas sanitarias pierden toda credibilidad cuando una niña diabética de 22 años muere en las calles de la provincia de Santa Fe desatendida por el sistema de salud y, huelga decirlo, no vacunada.
Una prohibición de 30 días sobre las exportaciones de carne para proteger a los consumidores locales de los efectos de la demanda mundial ha provocado una reducción adicional en la oferta, lo que, por obvia consecuencia, no impidió que los precios subieran de todos modos.
Es decir, las políticas permanentes de ensayo y error (o error tras error) del presidente Fernández sin más logros que los que posibilita el terror y la represión han dado como resultado que cada vez más personas no tengan nada que perder, razón por la cual en desafío a las medidas de encierro se registraron manifestaciones en todas las ciudades y pueblos del país.
Algunos simplemente exigían el derecho al trabajo y otros eran igual de pacíficos pero más radicalizados como el de Rosario, organizado por Médicos por la Verdad argentinos, que terminó en más de 30 detenciones cuando un grupo de científicos no alineados con la Organización Mundial de la Salud reunieron apoyo en su campaña contra las vacunas y en favor de otros tratamientos contra el covid-19.
A medida que los negocios cierran y la gente pierde sus fuentes de ingresos mientras las vacunas continúan siendo escasas en comparación con los vecinos Chile y Uruguay, sumado a noticias de confinamientos obligatorios al estilo de los campos de concentración en la provincia de Formosa contra todos los sospechosos de haber estado en estrecho contacto con un caso positivo de covid-19, los aires de una democracia muy celebrada recuperada de una dictadura militar a principios de la década de 1980 se están desvaneciendo.
Lo que se avecina parece ser un escenario parecido al de Colombia durante el último mes. Al menos no se descarta. Todo dependerá de las decisiones de Fernández en las próximas dos semanas.
El martes Argentina reportó 576 muertes por covid-19 y 24,601 nuevas infecciones en las últimas 24 horas.
Se informó de una represión policial excesiva durante las detenciones en Rosario. Los agentes de policía dispararon balas de goma para dispersar a quienes protestaban contra las restricciones sin mantener la distancia social o cumplir con medidas preventivas como el uso de la máscara.
Entre los detenidos se encontraba el doctor Mariano Arriaga. El grupo que este profeional lidera cuestiona la existencia de la pandemia y se opone a las medidas preventivas y restrictivas del gobierno de Fernández.
En Córdoba capital, cientos de personas se concentraron en el centro de la ciudad. “Hay una falta de vacunas debido a la corrupción. Nos tienen encerrados porque no se les cae una idea”, dijo un joven manifestante citado por los medios locales.
“El virus es mortal, pero también lo es el gobierno”, dijo una mujer que se identificó como enfermera pediátrica.
Los dueños de negocios han anunciado que abrirán sus tiendas el miércoles. Poco a poco están ignorando el decreto presidencial, lo que conducirá a una mayor represión policial o al ulterior deterioro de la poca legitimidad que parece haberle quedado al presidente Fernández.
En Tucumán, miles de personas marcharon por la Plaza Independencia, en el centro de San Miguel de Tucumán, la capital de la provincia. Los manifestantes rompieron las vallas colocadas por la policía para protestar contra las restricciones. Algunos bares estaban abiertos a pesar de la cuarentena.
Y en Buenos Aires, cientos se reunieron alrededor del Obelisco mientras los vehículos pasaban cubiertos con banderas argentinas que marcaban la fiesta nacional. La mayoría de los manifestantes abordaron dos cuestiones: la falta de vacunas y la necesidad de trabajar. Si no trabajo, no como, decía una pancarta.
Los manifestantes de la oposición también portaban un muñeco que representaba a la vicepresidenta Cristina Kirchner con traje de prisionera como en protestas anteriores.
Y a las puertas de la residencia presidencial en el barrio de Olivos, en las afueras de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la gente encendía velas y portaba banderas argentinas entre aplausos y cacerolazos.