Considerada la peor derrota electoral de su carrera, el Presidente argentino y candidato a la reelección, Mauricio Macri, terminó la jornada de primarias del domingo “dolido” y “enojado”.
El escenario en el búnker, donde se supone debía celebrar unos resultados de no más de cinco puntos de diferencia con su principal rival, el kirchnerista Alberto Fernández, era de desolación: los números finalmente dejaron al Mandatario con 15 puntos menos y la necesidad de una remontada épica de cara a los comicios del 27 de octubre.
Según consignó el diario La Nación de Argentina, el día se tiñó de negro para el Mandatario cuando fue informado en su residencia de que las PASO le habían dado un duro golpe al oficialismo, tanto en la presidencial como en la carrera por la gobernación de Buenos Aires.
Tras reunirse largamente con sus asesores de confianza, se dirigió al búnker de Costa Salguero, instalado para la fecha. Cercanos al Presidente aseguran que apenas llegó a la sede de la campaña estuvo dispuesto a subir al escenario para admitir la dolorosa derrota. Tuvimos una muy mala elección, aseveró Macri, sin rodeos y públicamente, el domingo. No tenía sentido estirarla, siempre fue así cuando supo el resultado, contó un colaborador de muchos años.
Luego de la conferencia de prensa, Macri reunió a algunos ministros y miembros de la coalición oficialista para hacer una evaluación de lo sucedido. Para entonces ya no quedaban globos en el aire ni jóvenes militantes en el búnker.
No te puedo decir si habrá cambios, afirmaban desde el entorno del jefe de gabinete, Marcos Peña, cuando faltaban pocos minutos para la medianoche. Creo que todos vamos a coincidir en que, después de lo que pasó, lo mejor es poner nuestra renuncia a disposición del Presidente.
Yo presento la mía, habría lanzado el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, según relató el diario trasandino Clarín.
Ninguno de los secretarios de Estado presentes lo siguió en su gesto y predominó el silencio. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, apenas se limitó a hacer una mueca de aprobación. No, eso no sirve para nada, Rogelio, le habría respondido Macri, contrariado. Sin embargo, muchos coinciden en que el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, sí peligra dentro del gabinete, luego de unos resultados electorales atribuidos de lleno a la crisis económica que vive el país.
Ese domingo el Mandatario se habría mostrado sarcástico, según asegura Clarín. Destilaba rabia contra las encuestadoras, que no pudieron prever la aplastante victoria del kirchnerismo. El diario consigna que durante la tarde del sábado, Macri había hablado por teléfono con algunos amigos del denominado círculo rojo - como se le conoce al mundo empresarial -, a quienes les había garantizado resultados estrechos o incluso a su favor, tal como se lo habían confirmado a él las consultoras.
Los mercados ya saben que seguimos cuatro años más, explicaban desde el entorno del Presidente días antes de la debacle. De hecho, el viernes Jaime Durán Barba, reconocido consultor ecuatoriano y asesor político de Macri, y el ministro Peña, el gran responsable de las encuestas en la Casa Rosada, habían ratificado el escenario de paridad al Mandatario y descartado de plano una catástrofe electoral. ¿En serio?, habría reaccionado el Presidente ese día, consignó Infobae.
Tras las PASO la pregunta fue otra: ¿Y? ¿Qué pasó con las encuestas?, interrogó Macri en Costa Salguero. Algunos presentes en la reunión dicen que fue una pregunta retórica. Sin embargo, según Clarín, un funcionario cercano al presidente afirmó que se trató de un reproche lanzado directamente a Peña. La madrugada del lunes estuvo marcada por varias discusiones, algunas de ellas acaloradas. A ellas se sumó la diputada oficialista, Elisa Carrió, también presente en el acto de Costa Salguero.
Según consigna La Nación, la influyente líder de Cambiemos terminó ofuscada, exigió medidas económicas para la clase media de forma urgente y embistió duramente contra Peña y Durán Barba frente al Presidente. Estabas acá para ganar la elección... Ahora ándate, le habría dicho Carrió a Durán Barba, solicitándole que abandonara el búnker.
Medios locales aseguran que la legisladora había pedido subir al escenario antes que Macri. Pero los colaboradores de la Casa Rosada se lo negaron, por lo que salió después, sola y casi arrebatando el micrófono. No es mala la adversidad para Cambiemos porque nos quita la soberbia, aseveró esa noche.
Pasado el desenfreno del domingo, el lunes bien temprano, un especial texto comenzó a circular por los chats que comparten ministros y legisladores oficialistas. Hay que gobernar hasta el final. Presentarnos gallardamente a las elecciones con nuestras ideas, sin importarnos el álgebra. Apostar a ganar y salir rápidamente de la idea de irreversibilidad del número, alentaba el primer párrafo del mensaje que, según Clarín, fue atribuido al titular del Sistema Federal de Medios Públicos, Hernán Lombardi.
Van a buscar canjearnos gobernabilidad por rendición. Ninguna concesión a esa idea. Es un falso dilema. Termina en la salida anticipada, como les sucedió a Alfonsín y De La Rúa. Quieren vernos salir vomitando sangre. Para justificar en los próximos meses la catástrofe que ellos mismos van a generar y para reafirmar la lección histórica que solo ellos pueden gobernar, añadía la cita, que también habría sido leída por Macri y el ministro Peña.
La gente que representamos puede perdonar nuestros errores, festejar nuestros éxitos y disimular nuestros defectos. Pero no nos van a perdonar si los dejamos huérfanos e indefensos frente al poder populista. Nos estamos jugando no sólo la elección de octubre sino la posibilidad de construir una alternativa por muchos años para la Argentina, finalizaba.
En medio de un clima de máximo pesimismo, el texto fue visto entre los dirigentes de Juntos por el Cambio como una contención, lo que se necesitaba para cambiar el chip de la derrota por uno que les permitiera mirar hacia las elecciones oficiales. El cambio de estrategia en el oficialismo se hizo evidente durante la mañana del lunes, cuando dejaron de decir que la situación es irreversible. La idea por plasmar en la opinión púbica, a partir de ese momento, fue: la elección definitiva es en octubre.