El principal funcionario de control fronterizo de Estados Unidos anunció el martes su renuncia en plena polémica por las alarmantes condiciones de detención de los niños migrantes en la frontera con México.
John Sanders, designado para el cargo hace apenas dos meses, dijo en una carta divulgada por medios de comunicación que renunciará el 5 de julio como comisionado interino de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés).
La partida de Sanders se produce tras revelarse las condiciones de vida insalubres de los menores retenidos en un centro de la Patrulla Fronteriza en la ciudad texana de Clint, una señal de la creciente presión sobre los recursos públicos ante el aumento de las detenciones en la frontera sur.
La visita de una ONG a ese centro, situado a unos 30 km al sureste de El Paso, mostró varias irregularidades, entre ellas el hacinamiento de los internos y la falta de higiene y de atención médica en las instalaciones. Una investigadora de Human Rights Watch (HRW) , Clara Long, contó que vio “un niño de tres años con el pelo enmarañado, tos seca, pantalones embarrados y ojos que se cierran por el cansancio”.
El pequeño, que había cruzado la frontera junto a un hermano de 11 años y a un tío de 18, llevaba tres semanas detenido. Separado del tío mayor de edad, estaba al cuidado de su hermano mayor. La legisladora demócrata Alexandria Ocasio-Cortez comparó los centros de detención con “campos de concentración” gestionados por una administración “fascista” .
Casi 250 niños fueron trasladados de Clint el lunes, pero un funcionario de la CBP dijo el martes que unos 100 estaban siendo enviados de regreso.
El presidente Donald Trump dijo a periodistas que estaba “muy preocupado” por las condiciones en los centros de internamiento e instó a los demócratas a aprobar 4.500 millones de dólares en fondos humanitarios de emergencia para destinar a la frontera suroeste. Según el mandatario, “personas malas” usan a los niños para aprovecharse de las leyes de inmigración de Estados Unidos. “Es una forma de esclavitud lo que le están haciendo a los niños pequeños”, dijo. La ley estadounidense estipula que los menores sin acompañantes no pueden pasar más de 72 horas detenidos por la CBP.
Cumplido ese plazo, deben ser devueltos a sus familias o puestos al cuidado de un centro de acogida del Departamento de Salud. Pero la situación que se vive en la frontera ha desbordado las previsiones.
Solo en mayo, la CBP detuvo a 144.000 inmigrantes irregulares. La oficina de protección fronteriza dijo que más de la mitad de sus agentes se dedican al cuidado de los menores.
“Somos una agencia encargada de la seguridad de la frontera y nos exigen que hagamos algo que supuestamente no debemos hacer” , dijo Robert Perez, jefe adjunto de la policía migratoria.
“Todo el mundo entiende que no es trabajo de la patrulla fronteriza cuidar de los niños” , dijo Warren Binford, profesor de derecho de la Universidad de Willamette, que también estuvo en Clint. “Estos niños necesitan estar con sus familias”, afirmó en MSNBC.