El Papa Francisco reunió a sus 98 embajadores en activo y a los 46 que están jubilados y los reprendió públicamente por criticarle por la espalda y organizar conjuras contra él en Internet.
Es incompatible ser un representante Pontificio con criticar al Papa a sus espaldas, tener blogs o unirse a grupos hostiles a él, a la curia y a la Iglesia de Roma”, advirtió Francisco durante el encuentro que suele celebrarse cada tres años desde 2013.
Los discursos del Papa a sus empleados -sucede igual con el que da a la curia en Navidad- suelen ser tener siempre un alto nivel de reprimenda. Es famoso el que ofreció en 2014, donde enumeró las enfermedades que sufre la curia vaticana. Pero el hecho de que esta vez sean sus representantes exteriores demuestra también el nivel de internacionalización que ha tomado el acoso a Francisco por parte del ala conservadora de la Iglesia, especialmente en EE UU.
La memoria reciente conduce al mayor escándalo que ha vivido Francisco desde que fue nombrado Papa. En efecto, el arzobispo Carlo Maria Vigano, ex nuncio en Washington entre 2011/16, escribió una carta en la que acusaba al Papa de encubrir los abusos del cardenal Theodore McCarrick. El caso, más allá de la discutida veracidad de las acusaciones, destapó también como una serie de altos cargos de la Iglesia católica -también nuncios- llevan organizándose desde hace tiempo para atacar este pontificado desde medios de comunicación financiados, en muchas ocasiones, por grupos de poder de extrema derecha.
Francisco les hizo entrega de un decálogo para realizar mejor su misión. En uno de los puntos se observaba que el nuncio es el representante del Papa. “No criticar al Papa a sus espaldas, no caer en cotilleos y evitar el lujo, son algunas de las indicaciones que Francisco ha dado a los nuncios pontificios. Entre otros puntos, el decálogo recordaba también que el nuncio es hombre de Dios y no puede caer en cotilleos y calumnias y que no se puede dejar engañar de los valores mundanos.
Una advertencia hacia un estilo de vida que no es nuevo bajo Francisco y que, algunas veces, ha ido más allá derivando en delitos. Hace algo más de un año, Carlo Alberto Capella, un alto cargo de la nunciatura en Washington, fue detenido por posesión en intercambio de pornografía infantil. Un escándalo que terminó meses después con una condena a cinco años de cárcel en el Vaticano.