En los primeros cuatro meses del año el intercambio comercial de Argentina con Brasil, exportaciones más importaciones, llegó a US$ 6.829 millones, una baja sustantiva respecto de los US$ 9.389 millones del primer cuatrimestre de 2018, o sea una contracción del 27,3%.
El retroceso tiene que ver especialmente con el desplome de las importaciones, derivación natural de la fuerte recesión que atraviesa la economía argentina y la menor necesidad de importación de insumos, partes y piezas por parte de los sectores industriales. Pero también influye el enfoque se la nueva administración del presidente Jair Bolsonaro, más inclinado a comerciar con todo el mundo sin dar tanta importancia al Mercosur.
Según datos del Ministerio de Industria, Comercio Exterior y Servicios de Brasil, en abril las exportaciones argentinas totalizaron US$ 908 millones, una baja del 6,7% frente al año anterior, mientras que las importaciones desde ese país se contrajeron nada menos que 45,9%, hasta US$ 904 millones. De este modo, el mes pasado se registró un resultado positivo de 4 millones de dólares en la balanza comercial de Argentina.
En el acumulado de los primeros cuatro meses del año, la balanza comercial arrojó un superávit de US$ 337 millones, un dato que contrasta con el déficit de US$ 2.739 millones, resultante de las operaciones comerciales del primer cuatrimestre en 2018. Más allá del desempeño exportador de abril, lo cierto es que las ventas externas vienen reaccionando, levemente, por la devaluación de 2018, mientras las importaciones no levantan en un contexto recesivo.
Como reflejo de esta situación, Argentina está perdiendo participación en el comercio con Brasil y en esa caída arrastra también al Mercosur. En abril del año pasado Argentina explicaba el 7,1% de las importaciones brasileñas pero el porcentaje cayó el mes pasado a 6,7%. Por su parte, el ingreso al mercado local de productos brasileños trepaba al 8,5% de sus exportaciones en abril de 2018 pero doce meses después, la participación cayó al 4,6%.
La tendencia se mantiene si se ve el desempeño comercial en el primer cuatrimestre del año, aunque hay que considerar que las exportaciones de productos argentinos tuvieron una mejora interanual en el cuatrimestre, pasando de 5,9% del total de la demanda brasileña en 2018 a 6,4% este año.
Argentina viene perdiendo importancia para Brasil desde hace cinco o seis años, señaló el especialista en comercio exterior Marcelo Elizondo, y atribuyó esto a que el país no crece de manera importante desde 2010 o 2011.
Para Elizondo la economía argentina ya no resulta tan atractiva para Brasil desde el segundo gobierno de Cristina Fernández, cuando por el cepo no se podía importar fácilmente, recordó Elizondo. Después liberaron el cepo pero la economía no creció y hoy, en recesión, demanda menos productos importados, dijo.
La fuerte caída de las importaciones argentinas explican en parte, este fenómeno, sin embargo, hay también otros factores a considerar. Mercosur, con gran incidencia de Argentina, y la Unión Europea son las únicas dos regiones que muestran una caída en el intercambio con Brasil. En contraste, crece el comercio de ese país con Asia, impulsado por China; con el Nafta, empujado por el desempeño de Estados Unidos; y también con los países del Caribe y Medio Oriente, mientras que África se mantiene estable.
Al respecto, Elizondo explicó que el socio mayor del Mercosur es una economía grande, con grandes empresas, que encuentran relativamente fácil mercados para sus productos, mientras que para Argentina es más difícil porque es un país de pymes. Además, cuando las empresas brasileñas quieren abrir un nuevo mercado, no sólo van con oferta exportable sino también con inversiones y alianzas, lo que, obviamente, facilita las cosas. A partir de esta estrategia, abrieron oportunidades en China, Estados Unidos e incluso África.
Finalmente la tendencia se puede decir que va en línea con la flexibilización del Mercosur que pretende el gobierno de Bolsonaro. Al respecto Elizondo dijo que Brasil tiene dos tipos de empresas, las pymes tradicionales, que siempre fueron proteccionistas, aliadas a la FIESP de San Pablo, y las grandes multinacionales brasileñas. Bolsonaro se está apoyando en éstas, y son las que están pidiendo apertura y acceso al mundo”.