La catedral de Notre Dame en París es uno de los mayores emblemas de la historia y de la cultura de Francia, y un símbolo de Europa. Es por eso que el incendio de grandes magnitudes que afectó el techo y destruyó una gran parte de la estructura generó un fuerte estupor y preocupación por el futuro del monumento histórico más visitado en el continente.
La imponente iglesia tiene una historia de casi 1.000 años. Fue testigo de importantes acontecimientos como la Revolución Francesa o la Segunda Guerra Mundial, los cuales atravesó indemne. Tiene 127 metros de largo y 48 de ancho, y es visitada por 14 millones de turistas cada año.
Notre Dame que significa Nuestra Señora de París y está dedicada a la Virgen María, es una obra maestra de la arquitectura gótica y el monumento más visitado en Francia cada año.
Situada en el corazón de la capital, al final de la Ile de la Cité, su construcción comenzó en 1163 y demandó casi dos siglos de trabajos, en 1345, hasta las modificaciones que le dieron la estructura actual.
La catedral es un voluminoso templo de planta de cruz latina y dos torres campanarios, donde se puede subir para disfrutar de una vista fantástica de la ciudad. La aguja de la torre de 45 metros de altura, que este lunes se derrumbó fue construida en 1860.
En su interior presenta un gran cuerpo de iglesia con cinco naves más capillas laterales, con enormes ventanales cubiertos de vitreaux. La capilla mayor está rodeada por una girola de doble nave.
La catedral sede de la arquidiócesis de París sufrió daños graves y racias durante la Revolución Francesa de 1789. Luego fue objeto de una imponente restauración del arquitecto Viollet-le-Duc y Jean-Baptiste Lassus.
En ellas, además de reconstruir y restaurar gran parte de la escultura perdida (incluso sus fantasiosas y famosas gárgolas), se modificaron y añadieron diversas partes, entre ellas la célebre aguja de la torre.
Corazón de la cristiandad francesa, la catedral fue escenario de algunos de los momentos más importantes de la historia del país, como la coronación de Napoleón Bonaparte y la beatificación de Juana de Arco.
También albergó los féretros de los presidentes fallecidos Charles de Gaulle, Georges Pompidou y Francois Mitterand.
En 2013, el escritor e historiador cercano a la extrema derecha Dominique Venner la eligió para su trágico adiós, se disparó un tiro en el altar.
Un entonces joven y desconocido Victor Hugo le dedicó una novela histórica, Notre-Dame de París, en 1831, que fue un éxito inmediato.
Desde entonces todo el mundo se apasionó con la historia de amor frustrada del jorobado Quasimodo por la bella gitana Esmeralda.