Desde el Fondo Monetario Internacional (FMI) hasta el Banco Mundial, pasando por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y los grandes bancos, las mujeres han accedido a puestos clave de economistas en jefe en el último año, pero la tendencia debe fortalecerse aún más para lograr la paridad.
Es un progreso que las mujeres sean nombradas para puestos de economistas en jefe de grandes organizaciones internacionales o nacionales, explicó Laurence Boone, quien asumió la primavera pasada el cargo de economista en jefe de la OCDE.
Boone forma parte de la ola de mujeres elegidas para ocupar posiciones estratégicas hasta entonces monopolizadas por hombres, junto a la estadounidense Gita Gopinath en el FMI, la griega Pinalopi Koujianou en el Banco Mundial y recientemente la polaca Beata Javorcik en el Banco Europeo para la Reconstrucción y Desarrollo (BERD), que asumirá el cargo en septiembre.
La danesa Michala Marcussen, que se erige casi como pionera por haber sido nombrada en septiembre de 2017 por la Société Générale, uno de los principales bancos europeos, dijo que estos nombramientos son una señal para las mujeres jóvenes de que también pueden triunfar en estas organizaciones. Pese a ello, Marcussen dijo que se sentía avergonzada cuando las participantes en conferencias la tratan de fuente de inspiración.
No me veo como tal, pero me di cuenta de que había algo importante. Estoy segura de que tiene un impacto, dijo.
Para Sylvie Matelly, subdirectora del Instituto para las Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS), no hay duda: el viento está cambiando de dirección. Incluso los países más conservadores en este tema no escapan a la necesidad de dar más espacio a las mujeres en la política, en la dirección de los negocios, en las principales instituciones nacionales e internacionales, dijo.
La española Arancha González, que dirige el Centro de Comercio Internacional (ITC), una agencia conjunta de la OMC y la ONU con sede en Ginebra, está convencida de que detrás de esta moda hay algo más profundo. Hay algo que va más allá de lo puramente cosmético, explicó. La diversidad es fuente de riqueza y permite una economía más fuerte, rendimientos más generosos y otra forma de llevar a cabo políticas económicas, explicó, basando su argumento en un informe del FMI de 2016.
Si los bancos y los supervisores financieros aumentan la proporción de mujeres en posiciones altas, el sector bancario sería más estable.
La directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, también hizo referencia a este documento en un artículo publicado el jueves en un dossier del FMI titulado Un imperativo global, dedicado a las mujeres y el crecimiento. Lagarde, que a menudo se pregunta qué habría pasado si el banco Lehman Brothers, que quebró en 2008, se llamara Lehman Sisters, aprovechó la oportunidad para enviar un mensaje al mundo financiero.
Si los bancos y los supervisores financieros aumentan la proporción de mujeres en posiciones altas, el sector bancario sería más estable, estimó. Sin embargo, la igualdad en el mundo económico está aún lejos, señaló Boone. Muchos análisis recientes, que se discutieron en la conferencia de la Asociación Económica Americana, demostraron que la diversidad sigue siendo baja en las profesiones económicas.
Todavía se necesitan esfuerzos, insistió Matelly, quien atribuye muchos de los problemas que enfrentamos hoy a los roles que todavía están tan repartidos entre hombres y mujeres. Para Boone, lo más importante sigue siendo resaltar las habilidades de los que han sido nombrados, sus calificaciones y su legitimidad para desempeñar estas funciones. La economista del Banco de Francia (BdF) Soledad Zignago publicó hace un año con Anne Boring, un artículo en el blog del BdF que descubrió que la proporción de mujeres economistas era solo de 19% de media en el mundo, con una clara sub-representación en el mundo anglosajón”