Los representantes chinos y estadounidenses concluyeron el viernes varios días de conversaciones comerciales en Beijing, con planes para reanudar las negociaciones en Washington esta semana y suavizar la disputa comercial entre las dos principales economías del mundo. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo que las conversaciones iban extremadamente bien, pese a que sus asesores advirtieron que aún queda mucho trabajo.
Ambos países se han impuesto ya más de US$360.000 millones en aranceles recíprocos, que están afectando a sus sectores manufactureros y a los mercados financieros globales. Trump dijo que podría extender la tregua comercial más allá del 1 de marzo, fecha a partir de la cual podría aumentar del 10% al 25% los aranceles a importaciones chinas por valor de US$200.000 millones anuales.
Estos son los principales puntos conflictivos: Robo de propiedad intelectual y transferencia de tecnología. Washington sostiene que Beijing ha fomentado el robo de propiedad intelectual estadounidense al tiempo que obligaba a las empresas estadounidenses a revelar sus secretos comerciales para acceder a su mercado. Beijing niega la acusación desde hace tiempo, pero trabaja para aumentar los castigos por robo de propiedad intelectual, y está acelerando una nueva ley de inversión extranjera que elimina explícitamente la transferencia obligatoria de tecnología.
También está ampliando gradualmente los sectores en los que las empresas extranjeras pueden operar sin un socio chino en una empresa conjunta.
No está claro si los movimientos serán suficientes para apaciguar a la Administración de Trump. El FBI dijo recientemente que está investigando el espionaje industrial chino en Estados Unidos y los fiscales estadounidenses la emprendieron con el gigante tecnológico chino Huawei por este tema.
La política industrial de China despierta inquietud, especialmente la iniciativa Hecho en China 2025 que apunta a convertir al gigante asiático en un líder mundial en tecnologías emergentes como la inteligencia artificial, a través del generoso apoyo estatal a las empresas nacionales. Las tensiones comerciales han reforzado la necesidad china de aumentar la autosuficiencia en tecnologías cruciales como los semiconductores. De hecho, una breve prohibición estadounidense de vender al gigante de telecomunicaciones ZTE casi hizo desaparecer a la compañía el año pasado.
Subvenciones estatales
En los últimos años, las empresas estatales chinas han fortalecido su dominio interno, soslayando las demandas occidentales de reformas de mercado. Washington espera que China disminuya el papel del Estado en la economía y reduzca generosos subsidios para industrias y empresas.
Pero el economista Cui Fan, de la Universidad de Economía y Negocios Internacionales de Beijing, advirtió que China podría no ceder terreno si Estados Unidos quiere discutir los subsidios estatales más allá del alcance del acuerdo de la OMC: Me temo que será difícil resolverlo completamente este mes, dijo.
Déficit comercial
El año pasado, el superávit comercial de China con Estados Unidos alcanzó un récord de US$323.300 millones, ya que los aranceles mantuvieron a los compradores chinos alejados de los productos agrícolas y energéticos estadounidenses. Beijing se comprometió a aumentar las compras de soja y otros productos de Estados Unidos y realizó compras masivas durante las negociaciones para facilitar un acuerdo con la Casa Blanca.
¿Acuerdo a la vista?
Las dos partes están trabajando en un memorándum de acuerdo para detallar sus compromisos antes de una posible reunión entre Trump y Xi. Sin embargo, a principios de este mes, Trump advirtió que un acuerdo debe incluir un cambio estructural real para poner fin a las prácticas comerciales desleales, algo que los analistas chinos creen que llevará tiempo.