El miércoles por la mañana, el Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, fue dado de alta tras haber permanecido durante 17 días internado en el Hospital Albert Einstein de Sao Paulo. El Mandatario había ingresado al recinto para someterse a una operación por las secuelas que dejó el ataque que sufrió mientras era candidato, en septiembre pasado.
Tras su salida del hospital, el jefe de Estado se trasladó hasta el aeropuerto paulista de Congonhas para tomar un vuelo hacia Brasilia donde se encuentra el Palacio de la Alvorada, la residencia oficial.
El 27 de enero pasado, Bolsonaro llegó hasta el recinto médico para retirarse la bolsa de colostomía y mientras cumplía el reposo tras la intervención, fue diagnosticado con una neumonía que lo obligó a prolongar su estancia en el lugar.
De acuerdo al alta, el Mandatario se encuentra “con el cuadro pulmonar normalizado, sin dolor, sin fiebre, con función intestinal restablecida y dieta leve”.
El gobierno brasileño esperaba el alta del presidente para terminar de definir las primeras propuestas que enviará al Congreso, centradas en una reforma de las jubilaciones y pensiones y el combate al crimen. Esos proyectos constituyen dos de las principales promesas de campaña de Bolsonaro, que son acabar con un crónico déficit fiscal y acorralar al crimen organizado, al que se le atribuye una violencia que anualmente deja unos 60.000 muertos en el país.