Rata, maltratador, misógino”, son algunos de los insultos que por tres años escribió una mujer argentina a su ex marido a través de redes sociales, y que sirvieron de prueba para que un juez de Mendoza diera un fallo inédito en esa provincia argentina.
La trabajadora social Mónica Molina deberá pagar a su ex pareja, Aldo Palacio, 10 mil pesos argentinos (alrededor de US$ 350) y publicar por siete días el veredicto del juez, tras ser hallada culpable de injurias en contra de Palacio y su actual pareja.
Molina estuvo casada hasta 2009 con Palacio, quien desde entonces debió pagar una pensión alimenticia para la manutención de la hija que tuvieron juntos. Según indican medios argentinos, fue a partir que él retomó su vida amorosa con una mujer de nacionalidad brasileña, Nilva María Dias Ephima, que Molina comenzó a insultarlos en redes sociales, publicando incluso fotografías de los dos y de los hijos y nietos de Dias.
Además de escribir que Palacio era un rata y maltratador, la mujer dijo que era un corrupto porque, supuestamente, no pagaba la pensión para su hija. Asimismo, la asistente social especializada en temas de género, escribió que Dias -casada con Palacio en 2017- era un gato, que estaba bien amaestrada, que era mantenida, una figureti, entre otros comentarios. A esto se le suma que Molina envió mensajes privados a familiares de Dias, difundiendo sus insultos directamente con los cercanos de la brasileña.
Ante esto, Palacio y Dias llevaron su caso a la justicia argentina, donde la abogada que los representó, Bárbara Peñaloza, especialista en derecho informático, presentó 26 publicaciones realizadas por la acusada. Eduardo Martearena, el juez a cargo, declaró a Molina culpable, siendo la primera sentencia que se da en Mendoza sobre delitos de este tipo en redes sociales.
Lo más interesante es que se marca un hito en nuestra jurisprudencia respecto a las consecuencias que tienen este tipo de conductas, que se han generalizado en las redes sociales y que causan daños psicológicos y morales en las víctimas, indicó Peñaloza. Ella lo acusaba de ser un violento, un misógino. Son connotaciones muy fuertes en los tiempos que vivimos, logrando dañar nombres, imagen y, en definitiva, la dignidad. No se probaron nunca sus dichos. Ella decía que era un violento, que no pagaba la cuota alimentaria, pero eran cuestiones falsas, agregó.
Por su parte, el juez dijo que era un agravante que Molina trabajara en temas de género, ya que la hacía conocedora de los efectos perniciosos, dañinos y denigrantes de la violencia verbal. Resulta paradójico que quien se compromete en la lucha contra el maltrato de la mujer emplee los mismos comportamientos que cuestiona, comentó.