El deterioro del principal asentamiento chileno en la Antártica provocó el cierre de la Escuela F-50 en Villa Las Estrellas después de 33 años de funcionamiento, durante los cuales ayudó a formar a más de 300 niños.
Según lo informado por El Mercurio de Santiago, la escuela se quedó a la espera de fondos que mejoraran las instalaciones del centro educacional en la Isla Rey Jorge, 1.233 kilómetros al sur de Punta Arenas. Villa Las Estrellas, es el sector donde residen las familias de los oficiales de la Fuerza Aérea que integran la dotación de la base antártica Eduardo Frei Montalva.
Hay un sentimiento de nostalgia, porque somos la escuela más austral de Chile, expresa el profesor Christian Crisóstomo, que semana volvió al continente americano junto con su esposa, Fernanda Quijada, con quien estuvo a cargo de los cinco alumnos -de 6 a 12 años de edad- de la generación 2018. Muy diferente a las décadas anteriores, este año el cambio en la dotación de la base Frei solo incluyó a familias sin hijos y a funcionarios solteros.
El comandante en jefe de la FACh, general Jorge Robles, manifiesta que la apertura del aeródromo Teniente Marsh, en 1980, mejoró ampliamente la conectividad con la antártica, a tal punto que las bases del territorio chileno pasaron de 18 a 43, con 22 países distintos.
Nos preocupamos mucho de apoyar la conectividad y el trabajo científico, pero nos olvidamos de la casa. Y el tiempo nos pasó la cuenta, expresa Robles. ”Por supuesto (que no es grato restringir a los niños), pero había que tomar esta decisión, añade. Ahora la FACh trabaja en un plan que presentará al Ministerio de Defensa para buscar de fondos que permitan reestructurar la base, su habitabilidad, aguas servidas y energía.
Lo que se quiere lograr es recuperar la infraestructura -incluyendo la escuela- para ojalá seguir otros 50 años en la Antártica”, dice Robles. En medio de grandes nevadas, intensos vientos y temperaturas de hasta 15 grados bajo cero, la por ahora última generación de niños chilenos en Villa Estrellas se distribuyó en clases de primero a tercero básico, mientras la alumna mayor, Sofía Castro (12), recibió clases personalizadas. En educación física, música y arte compartían juntos.