A escasos días de la segunda vuelta electoral, el candidato ultraderechista Jair Bolsonaro, con un pie en el Palacio del Planalto según encuestas, volvió a encender su retórica “agresiva” al advertir que los “marginales rojos serán prohibidos” en Brasil.
Las declaraciones generaron preocupación, en una campaña plagada de amenazas y de violencia en la que se registraron episodios de racismo y homofobia, con agresiones físicas e incluso con una tentativa de asesinato -la suya- y un asesinato atribuido a discrepancias políticas.
“Perdieron ayer, perdieron en 2016 y van a perder la semana que viene de nuevo. Sólo que ahora la limpieza será mucho más amplia. Esa banda, si quiere quedarse aquí, va a tener que someterse a la ley de todos. O salen fuera o van a la cárcel. Esos marginales rojos serán prohibidos en nuestra patria”, vociferó Bolsonaro hablando por teléfono desde el patio de una casa, según muestra un video que publicó en YouTube.
Sus palabras eran transmitidas en vivo ante una masiva manifestación de apoyo en la principal avenida de Sao Paulo.
Desde que fue apuñalado durante un acto de campaña en el interior de Minas Gerais, el 6 de septiembre, y su posterior recuperación que incluyó dos cirugías, Bolsonaro se comunica con sus seguidores a través de las redes sociales, raramente asiste a conferencias de prensa y anuló su participación en todos los debates.
“Esta patria es nuestra, no es de esa banda que tiene una bandera roja y la cabeza lavada”, añadió.
Bolsonaro normalmente usa un tono agresivo al referirse a sus adversarios, pero desde que se registraron episodios de violencia había moderado ligeramente su discurso.
“Lamento (los episodios), pido que las personas no practiquen eso, pero no tengo control”, había afirmado al ser cuestionado por los ataques. Y en una reciente transmisión en vivo por Facebook afirmó que gobernaría “para todos”, independientemente de su religión. “Gobernaremos para todo el mundo, para los gays inclusive”, afirmó.
Su máximo adversario, el ex presidente Lula da Silva (2003-2010), encarcelado desde abril en Curitiba para cumplir una pena de 12 años de prisión por corrupción, también fue blanco de su discurso inflamado.
“Lula da Silva, si usted está esperando que (el candidato del Partido de los Trabajadores, Fernando) Haddad sea Presidente para darle el indulto, voy a decirle algo: ¡usted va a pudrirse en la cárcel!”, afirmó.
También reiteró su discurso contra la corrupción y que habrá unas Fuerzas Armadas “altivas”, que “colaborarán con el futuro de Brasil”. Y afirmó que los militantes del PT -la “petralhada”, en su lenguaje despectivo- “verán una Policía Civil y Militar con respaldo jurídico para hacer valer la ley en sus lomos”.
Las últimas encuestas dan 59% de intenciones de voto a Bolsonaro y 41% a Haddad.