Con un “¡cumplimos!” y destacando que fueron los comicios “más seguros y transparentes” de la historia de Colombia, Juan Manuel Santos celebró en su rol de Presidente una exitosa jornada de elecciones este domingo. Sin embargo, no pudo hacer lo mismo como político.
El ex vicepresidente de su administración, German Vargas Lleras, estuvo lejos de cumplir las expectativas. Con solo un 7% de las preferencias se quedó con el cuarto lugar, muy por detrás del representante de la extrema derecha –respaldado por el ex Presidente Álvaro Uribe– Iván Duque (39%), y del izquierdista Gustavo Petro (25%), quienes pasaron a la segunda vuelta del 17 de junio.
Un escenario complejo que afectaría directamente al Mandatario colombiano, pues para muchos, la baja adherencia que logró el candidato de su coalición implica la derrota de su propia gestión, pues con cualquiera de los dos aspirantes aún en carrera no tendrá casi ninguna chance de continuidad.
El principal factor que habría gatillado este resultado sería al mismo tiempo el pilar fundamental de la gestión de Santos: el acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Santos tomó decisiones políticas bien profundas que generaron una división importante en Colombia. El proceso de paz ha sido una de esas definiciones, que ha generado una reacción de un porcentaje de la población que siente que el proceso de paz no trae justicia, explicó Lucía Dammert, académica de la Universidad de Santiago.
En 2016, el Gobierno de Santos logró que se aprobara en el Congreso un acuerdo de paz que establecía la reinserción de los miembros de la guerrilla y su participación política, entre otras cosas, a cambio de su desmovilización total. Un pacto que, no obstante, fue modificado y firmado luego de que fuera rechazado por la mayoría de la población en un referéndum.
Yo creo que los colombianos querían la paz después de 52 años y que efectivamente se la jugaron por conseguir la paz. Pero que lo ahí acordado no satisfizo a los distintos componentes de la sociedad colombiana, analiza la académica del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, Paz Milet. ”Cuando un presidente no logra instalar un gobierno que lo siga, es una derrota. Lo mismo que pasó acá con (Michelle) Bachelet. Hay un paralelismo importante Lucía Dammert, académica de la U. de Santiago.
El resultado negativo de la consulta popular impactó de lleno en la imagen política del jefe de Estado y lo habrían ayudado a prever, en parte, los resultados de este domingo. Santos ya había asumido que no había logrado generar un candidato de recambio, que el proceso de paz como tal tenía una serie de beneficios pero también una serie de costos personales (…) Él no tenía cifradas excesivas expectativas respecto a la continuidad de su gestión y más bien, que iba a tener que capitalizar pensando en una mirada de futuro, añade.
Ambas analistas internacionales enfatizan en otro factor predominante que comparte la responsabilidad de los malos resultados en los comicios: la elección de un mal aspirante para correr con la bandera de la continuidad. Vargas Lleras, abogado de 56 años, fue considerado por Santos por ser su vicepresidente. Aunque comenzó la contienda como uno de los favoritos para llegar a la presidencia, poco a poco fue perdiendo el apoyo y las chances de ganar.
Santos no logró encontrar un candidato que de alguna manera fuera una fuerza de recambio, que generara mayor respaldo popular, y claramente hay consecuencias compartidas, asevera Milet. Santos no logró encontrar un candidato que de alguna manera fuera una fuerza de recambio, que generara mayor respaldo popular Paz Milet, añade que además de lo poco llamativo que resultó ser Vargas Lleras, también influyó la fuga de votos provocada por la desilusión de los votantes que ayudaron a Santos a salir electo en 2010 -y reelecto en 2014- y por el surgimiento de dos fuerzas políticas representadas en Petro y Sergio Fajardo, candidato de centroizquierda que se quedó en el tercer lugar con el 23,7% de las preferencias.
Santos sale electo como un delfín de Uribe que tiene una votación importante del mundo más conservador. Santos no es un hombre de izquierda. En el fondo, en el proceso de paz no logró convencer a esa población más 'anti-FARC' (...) ahí pierde parte importante de su audiencia más directa, dice la analista. Una audiencia que logró adjudicarse Duque respaldado precisamente por Uribe, quien se transformaría en adversario político declarado de Santos.
Por otro lado, le crecen dos actores importantes que consolidan el voto de izquierda. Es decir, no hay una ganancia de Uribe únicamente, sino que a Santos le quitan el voto más progresista desde el otro lado, asevera. Pese a la derrota que implica este resultado para Santos en la política interna del país, Milet enfatiza que el Presidente colombiano podrá cosechar la buena imagen internacional que sembró durante los últimos ocho años con los logros de su gestión.
No hay que olvidar que fue nombrado premio Nobel de la paz, fue galardonado y acaba de lograr uno de sus objetivos fundamentales que era que Colombia se incorporara como miembro de la OTAN. De alguna manera, él va a tratar, dejando el poder, de capitalizar esos logros externos”, sentencia.