Las reuniones que el papa Francisco mantendrá esta semana con los obispos chilenos para pedir “responsabilidades” ante la poca transparencia en los casos de abusos a menores son además una cita clave en su pontificado para mostrar la anunciada tolerancia cero ante los casos de pederastia.
Francisco se reunirá desde el próximo martes hasta el 17 de mayo con ellos, después de haber constatado que fue mal informado respecto al obispo de la diócesis de Osorno, Juan Barros, a quien acusan de que sabía que el cura Fernando Karadima abusó durante años de menores.
El Papa, que hizo obispo a Barros, le defendió públicamente en varias ocasiones, también durante su viaje a Chile, e incluso rechazó su renuncia hasta dos veces convencido de su inocencia a pesar de la insistencia de las víctimas sobre que era un encubridor. Francisco se había fiado de sus interlocutores en la Conferencia Episcopal chilena, pero a la vuelta del viaje a este país mandó realizar una exhaustiva investigación al arzobispo maltés Charles Scicluna, tras la cual confesó que había cometido “graves equivocaciones de valoración” por haber recibido “información inexacta” de los hechos.
En una sala adyacente al Aula Pablo VI, el gran salón de actos donde se celebran las audiencias y que tiene como característica que se encuentra cerca de la Casa Santa Marta, donde reside Francisco, se reunirán durante tres días para pedir explicaciones y sobre todo para tomar decisiones acerca de la que se prevé una total reorganización de la Iglesia chilena. Se espera una respuesta firme de Francisco, una señal contra los casos de pederastia y sus encubridores, y no solo contra los responsables de encubrir a Karadima sino también contra quien le informó mal.
Se había hablado de ausencias destacadas como la del cardenal Francisco Javier Errázuriz, arzobispo emérito de Santiago y uno de los más cuestionados, e incluso del mismo Barros, pero no faltará ninguno. Participarán 31 de los 32 obispos diocesanos y auxiliares y 2 obispos eméritos, solo se ausentará el auxiliar de Santiago Andrés Arteaga, quien ya comunicó que no podrá asistir por su delicado estado de salud.
Hace dos semanas, el pontífice argentino convocó en el Vaticano para pedirles perdón y escucharles personalmente a Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo, los tres víctimas de abusos en Chile del cura Karadima cuando eran menores y que acusan a Barros de saber lo que ocurría. Los tres pidieron a Francisco que no se quedara solo en palabras y emprendiese “acciones ejemplares y ejemplificadoras”.
El sacerdote chileno Luis Badilla, director de “El Sismógrafo”, uno de los blogs más importantes de información vaticana, aseguró en declaraciones a la emisora pública “RadioRai” que el mensaje que saldrá de estas reuniones “se espera sea para toda la Iglesia”. “Lo están poniendo a prueba y para el Papa no será una prueba pequeña, pues se juega parte de su prestigio y de su credibilidad. Es un momento muy importante de su pontificado”, agregó.
Aunque el Vaticano informó que las reuniones “se desarrollarán en estricta confidencialidad”, por lo que “no está previsto que el papa Francisco haga declaración alguna ni durante ni después de las reuniones”, sí que se esperan decisiones. “El objetivo de este largo 'proceso sinodal' es discernir juntos, en la presencia de Dios, la responsabilidad de todos y cada uno en esas heridas devastadoras, así como el estudio de los cambios adecuados y duraderos que impidan la repetición de actos siempre reprobables”, señala la nota en la que se anunciaron las reuniones que comenzarán el martes.
Por ello, la expectativa de estas reuniones va más allá del interés que pueden tener en Chile, y todos los medios italianos e internacionales seguirán con atención cada paso de los obispos chilenos.