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Levantamiento popular en Nicaragua cuestiona el poder y corrupción del matrimonio Ortega

Martes, 24 de abril de 2018 - 09:35 UTC
Universitarios tomaron las calles en varias ciudades y desafiaron el histórico control de las movilizaciones sociales que han tenido Ortega y su Frente Sandinista Universitarios tomaron las calles en varias ciudades y desafiaron el histórico control de las movilizaciones sociales que han tenido Ortega y su Frente Sandinista
Estudiantes y representantes de la oposición dijeron que “la seguridad social ya no es el tema, sino la libertad de expresión, la corrupción, y tantos otros” Estudiantes y representantes de la oposición dijeron que “la seguridad social ya no es el tema, sino la libertad de expresión, la corrupción, y tantos otros”

Nicaragua vive una oleada de violentas protestas desatadas por la decisión del gobierno del presidente Daniel Ortega, y de su esposa y vice-presidente Rosario Murillo, de reformar el quebrado sistema de pensiones con un aumento de contribuciones obreras y patronales. Las manifestaciones, que comenzaron el pasado miércoles y han dejado al menos 10 muertos, según datos del Gobierno, mientras que organismos humanitarios aseguraron que ya son 27 las víctimas mortales.

Universitarios tomaron las calles en varias ciudades de Nicaragua y pusieron en entredicho el histórico control de las movilizaciones sociales que han tenido Ortega y su Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN, izquierda) los últimos 40 años.

Estudiantes y representantes de la oposición dijeron que “la seguridad social ya no es el tema, sino la libertad de expresión, la corrupción, y tantos otros”, como afirmó la presidenta del Frente Amplio por la Democracia (FAD) , Violeta Granera.

Paradójicamente, Ortega desde la oposición (1990-2006) impulsó jornadas violentas de protesta con los sindicatos sandinistas para repudiar medidas económicas y arrancar concesiones a los gobiernos de turno.

“Conspiración de la derecha” ha proclamado sobre las protestas el mandatario, quien, junto a Murillo, encabeza un gobierno que ambos definen como “cristiano, socialista y solidario”.

Daniel Ortega es un ex guerrillero de 72 años admirador del Che Guevara; ella una poetisa excéntrica de 66 años -ataviada de pulseras y pañuelos- que se ha convertido en el poder detrás del trono.

Ortega nació el 11 de noviembre de 1945 en el pueblo minero de La Libertad (centro) en el seno de una familia católica, y de joven abandonó la universidad para integrarse a la lucha contra la dinastía de los Somoza.

Gobernó por primera vez al frente de la Revolución Sandinista que derrocó al régimen somocista en 1979 con apoyo de Cuba y la Unión Soviética, en medio de una guerra contra la guerrilla de los “contras” apoyadas por Estados Unidos, un conflicto que dejó unos 35.000 muertos hasta 1990.

El ex guerrillero marxista, tras reelegirse en 2011, gracias a una maniobra legal, ha dejado el poder prácticamente en manos de su esposa, su portavoz oficial y a quien convirtió en su vicepresidenta en las elecciones de 2016. Los dos mantienen control férreo sobre todas las instituciones del Estado: el Ejército, la Policía, el Congreso y el tribunal electoral.

Sus ex compañeros de partido le acusan de desvirtuar los ideales del sandinismo, de ejercer el poder de forma autoritaria y de nepotismo, al compartir el poder con su esposa mientras sus ocho hijos son dueños o dirigen medios de comunicación oficialistas y algunos ocupan cargos públicos.

“En la década de los años 80, Ortega era parte de un proyecto de cambio revolucionario, ahora es un capitalista enamorado del poder, dedicado a acrecentar sus privilegios, sus fortunas y los de su clase” , comentó la ex guerrillera Mónica Baltodano, quien renunció al FSLN en el 2000.

El mandatario es el máximo líder del FSLN al que se integró en 1963, y sus allegados lo describen como un hombre pragmático y un hábil político, cercano a los líderes de la izquierda latinoamericana como Nicolás Maduro, Raúl Castro y Evo Morales.

Pero su imagen se deterioró tras las acusaciones de abuso sexual que le hizo en 1998 su hijastra Zoila América, actualmente exiliada en Costa Rica tras acusar a su madre (Murillo) de perseguirla políticamente.

Ella regaña a los funcionarios públicamente en sus alocuciones diarias, en las que informa del clima, sismos, erupciones volcánicas, el santoral del día y festividades religiosas en todo el país. Tras el estallido de las protestas hace cinco días, Murillo se encargó de dar la cara por el gobierno en un principio, hasta que Ortega hizo el sábado pasado su primer pronunciamiento público.

Categorías: Política, América Latina.