Por Jorge Familiar (*) - La innovación tecnológica y la automatización avanzan a una velocidad vertiginosa. Tan es así que los temores de un futuro distópico donde las máquinas y la inteligencia artificial desplazan a los humanos se han vuelto lugar común.
La innovación tecnológica y la automatización avanzan a una velocidad vertiginosa. Tan es así que los temores de un futuro distópico donde las máquinas y la inteligencia artificial desplazan a los humanos se han vuelto lugar común. Pero este futuro de robots y automatización es solo una parte de la historia. Las nuevas tecnologías pueden ser un catalizador de un futuro mejor en los países de América Latina y el Caribe; un mundo con nuevos y mejores empleos, no solo un mundo con más robots.
Es cierto que muchos de los puestos de trabajo poco calificados y menos complejos están siendo reemplazados por la automatización. Es por ello que los empleos del futuro requerirán de habilidades nuevas y más sofisticadas. De hecho, algunos estudios calculan que cerca del 65% de los niños que asisten a la escuela primaria actualmente terminarán en puestos de trabajo que aún no existen.
Más allá de la automatización, la tecnología y la innovación están remodelando prácticamente todos los aspectos de nuestras vidas, y en forma positiva. De Tierra del Fuego a Tijuana, de las metrópolis más grandes como Sao Paulo a los pueblos más pequeños en Oaxaca, he visto cómo la tecnología está cambiando vidas a un ritmo sin precedente. Ejemplos hay muchos, desde las líneas de ensamblaje hasta un creciente servicio de Uber en las ciudades y el uso de teléfonos celulares en comunidades rurales que hasta no hace mucho carecían de telefonía fija.
De hecho, la adopción de tecnología digital puede allanar el camino a la reducción de la pobreza y la creación de más (no menos) empleos, al incrementar la productividad. Y estos avances en productividad, a su vez, pueden llegar a ser una oportunidad para trabajadores poco calificados y no solo para ejecutivos adeptos a la tecnología y sofisticados ingenieros.
El informe del Banco Mundial Los empleos del mañana:tecnología, productividad y prosperidad en América Latina y el Caribe , publicado esta semana, muestra cómo la adopción de tecnología mejora la productividad. Con ello, las empresas pueden bajar los costos variables, ampliar la producción, llegar a más mercados, hacer más dinero y generar así más y mejores puestos de trabajo.
Estudios realizados en Argentina, Brasil, Chile, Colombia y México muestran que los trabajadores poco calificados pueden beneficiarse de la adopción de tecnologías digitales. Esto porque las empresas que las adoptan incrementan la producción y tienden a contratar más trabajadores a medida que se expanden.
Tomemos el ejemplo de las plataformas de comercialización en línea. Al ayudar a las pequeñas empresas a encontrar mercados en el exterior, las llevan a aumentar sus exportaciones y así a contratar más personas, ya que son precisamente las empresas pequeñas las que suelen contratar, en términos relativos, un mayor número de trabajadores poco calificados. Asimismo, las aplicaciones de software para celulares facilitan la búsqueda de información sobre oportunidades de empleo, equilibrando la oferta y la demanda laboral de mejor manera.
Sin embargo, América Latina y el Caribe sigue estando rezagada respecto a otras regiones en términos de adopción de tecnología digital. Por ende, una difusión más rápida de la tecnología será crucial para acelerar y alcanzar un crecimiento más inclusivo.
Para que esto ocurra, permítanme mencionar las dos cosas que me parecen más relevantes. Deberíamos incorporar y promover la tecnología y la innovación, en lugar de levantar barreras. Internet es un buen punto de partida dado que es el oxígeno del que dependen las tecnologías digitales. Una mayor competencia en el mercado de internet de banda ancha puede mejorar el servicio y los precios, así como la reducción de los aranceles y los impuestos puede mejorar enormemente el acceso a la tecnología, tanto de empresas como de personas, al volverla más asequible. Un ejemplo de cómo afectan estas barreras el nivel de precios, es que en algunos países de la región los teléfonos inteligentes y las tabletas están entre los más caros del mundo.
Asimismo, una mejor educación y capacitación son indispensables para asegurar que la juventud aproveche cabalmente las oportunidades generadas por el mundo digital. Sin estas habilidades, las tecnologías de avanzada podrían terminar empeorando la desigualdad al beneficiar únicamente a los más educados y dejar atrás a los demás.
Así como el auge de las materias primas ayudó a la región a reducir las tasas de pobreza a la mitad en la primera década y pico del milenio, las nuevas tecnologías podrían convertirse en el motor de crecimiento clave que amplíe las oportunidades para todos y no solo para los robots.
(*) Jorge Familiar es vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe