Pragmático, austero y sin vínculos con la élite empresarial o los partidos políticos tradicionales, el primer vicepresidente de Perú, Martín Vizcarra, quien este viernes asume como presidente en lugar del renunciante Pedro Pablo Kuczynski, es considerado un tecnócrata político, una mezcla inusual en la escena peruana.
Su perfil es, paradójicamente, su mayor fortaleza en un país donde la clase política está completamente desprestigiada por escándalos de corrupción.
Vizcarra fue ministro de Transportes y Comunicaciones entre junio de 2016 y mayo de 2017, cuando renunció para evitar ser destituido por el Congreso, dominado por el partido Fuerza Popular (derecha populista), que lidera Keiko Fujimori.
Siendo ministro sorprendió más de una vez por almorzar junto al personal en el comedor del ministerio. Quienes lo conocen resaltan su sencillez y aseguran que es un meticuloso gestor, cuidadoso con el gasto público y un convencido de que el desarrollo empieza por la educación.
“Estoy indignado por la situación actual, como la mayoría de los peruanos. Pero tengo la convicción que juntos demostraremos una vez más que podemos salir adelante”, dijo en un tuit la noche del miércoles, con el que rompió su mutismo de casi 20 días, tras la renuncia del presidente Pedro Pablo Kuczynski por sus lazos con Odebrecht.
Actual embajador Perú en Canadá y primer vicepresidente de la República, Vizcarra llega a Lima para asumir la presidencia del Perú. Completará así el mandato -de cinco años- de Kuczynski hasta julio de 2021, año en el que se cumple el bicentenario de la independencia peruana.