El poderoso sindicato alemán de la metalurgia IG Metall inició este lunes un pulso social que se anuncia como uno de los más duros de los últimos años en Alemania, en una industria clave para el país. IG Metall no solo pide un aumento salarial, sino que también reivindica el derecho de los trabajadores a pasar temporalmente a la semana de 28 horas para ocuparse de sus hijos o familiares dependientes.
Basándose en una estrategia muy usada en el país de aumento progresivo de la presión, se planifican paros laborales en empresas bien elegidas, en Renania del Norte-Westfalia (oeste), con 700.000 huelguistas previstos; en Baden-Wurtemberg (sur) y las regiones de Brandeburgo, Sajonia y Berlín (este). El movimiento durará al menos una semana.
La semana pasada ya se organizaron los primeros paros de advertencia, muy localizados, entre ellos en el fabricante de lujo Porsche. Con 2,3 millones de afiliados, IG Metall, que defiende a los trabajadores de todas las categorías de la industria (Siemens, Thyssenkrupp), la siderurgia, el sector automotor (VW, Daimler, Porsche), la electrónica o el textil, es el mayor sindicato de Europa.
Desde octubre, el sindicato exige para los 3,9 millones de empleados del sector de la metalurgia un aumento salarial de 6%. La federación patronal, Gesamtmetall, propone 2%. Esta disparidad no es algo raro en las posiciones de partida de las negociaciones salariales en Alemania. En general, las partes encuentran un punto intermedio.
Pero el conflicto se refiere esta vez sobre todo a una modificación inédita del tiempo de trabajo, el paso de la semana de trabajo de 35 a 28 horas para quienes lo deseen, con una compensación parcial del déficit salarial por parte del empleador. La fórmula sería válida durante un máximo de dos años, y el empleador debería garantizar la posibilidad de regresar al puesto de trabajo a tiempo completo.
La patronal del sector lo considera inadmisible e irrealizable. Estima que casi dos tercios de los asalariados podrían optar a esta modificación del tiempo de trabajo y teme un rompecabezas administrativo y fábricas sin empleados. También subraya el riesgo de discriminación para los empleados que ya trabajan a tiempo parcial con un salario reducido en la misma proporción que sus horas de trabajo.