Ser sindicalista en Argentina parece un buen negocio, al menos para algunos. Marcelo Balcedo, titular del gremio de Obreros y Empleados de Minoridad y Educación (Soeme), cargo que heredó de su padre, es uno de ellos. Interpol lo arrestó en Playa Verde, en Maldonado, a pedido de un juez argentino que lo investiga por lavado de dinero.
Balcedo, 53, cayó en una chacra de lujo a orillas del mar, donde ocultaba 500.000 dólares, armas automáticas y una flota de autos de alta gama. Vivía en su residencia uruguaya rodeada de 90 hectáreas desde hace seis años.
Balcedo era un hombre de poder en la ciudad de La Plata, la capital de la provincia de Buenos Aires. Su padre, Antonio Balcedo, fue hasta su muerte en 2012 una referencia del peronismo local, líder durante décadas del Soeme, fundador en los años ‘90 del diario Hoy, el segundo más importante de La Plata, y dueño de la radio más escuchada de la región.
La buena relación con el kirchnerismo y el ex gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli posicionó a la familia Balcedo entre la más influyentes del sindicalismo provincial. Pero su poder se complicó con la llegada de Mauricio Macri y la cruzada oficial contra figuras sindicales que consideró sospechosas.
Cuando Interpol ingresó a la casa de verano de Balcedo en Playa Verde encontró bienes acordes a esos movimientos: además del dinero en efectivo, el sindicalista tenía autos deportivos marca Mercedes Benz, Porsche y Ferrari, además de un Camaro, un Corvette, motos y todoterrenos. También encontró armas de guerra. Salvo el Porsche, a nombre de la esposa del gremialista, Paola Fiege, el resto de los bienes y el dinero no estaban declarados.
Los sindicatos argentinos son los más poderosos de América Latina. Son también el azote de los gobiernos no peronistas, como el de Macri. La gobernabilidad depende en parte de sus intenciones negociadoras. Apenas asumido el poder, Macri se reunió con los líderes de la Confederación General del Trabajo (CGT) para apaciguar su beligerancia.
Pagó viejas deudas con las obras sociales que dependen de los gremios, un sistema de salud que es la base de la influencia sobre sus afiliados, e intentó consensuar una reforma laboral que aún está a la espera del debate en el Congreso.
Balcedo ya estuvo prófugo en 2007, cuando legisladores pidieron su detención en una causa por presunta extorsión a empresarios. Se refugió en Uruguay y regresó a Argentina cuando un juez anuló su procesamiento.
Su esposa, 33, en tanto, tiene abierto un expediente por evasión fiscal. La pareja espera detenida en Montevideo, la iniciación del proceso de extradición por parte de Argentina.