Perú inició oficialmente su mandato de dos años como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, con la intención de ocupar ese puesto para defender soluciones que promuevan un “enorme consenso”. Junto con Perú ingresaron este primero de enero al máximo órgano de decisiones de Naciones Unidas otros cinco países: Guinea Ecuatorial, Costa de Marfil, Kuwait, Polonia y los Países Bajos.
Además de ellos, durante el 2018 continúan Bolivia, Etiopía, Kazajistán y Suecia como miembros no permanentes, y las cinco potencias con asiento fijo: Estados Unidos, Rusia, China, Francia y el Reino Unido.
Perú fue elegido el pasado mes de junio con el apoyo de 186 de los 193 Estados miembros de Naciones Unidas en una elección celebrada en la Asamblea General.
La delegación peruana, encabezada por el embajador Gustavo Meza-Cuadra, ocupa desde este lunes el puesto que durante los dos últimos años mantuvo Uruguay. Anteriormente, Perú había sido miembro no permanente del Consejo de Seguridad en cuatro ocasiones, la primera entre 1955 y 1956 y, la más reciente, en el bienio 2006-2007.
La intención del Gobierno peruano es hacer valer en la ONU la vocación pacífica del país y su política de “buscar siempre soluciones ponderadas y de enorme consenso”, según dijo el canciller Ricardo Luna.
“Ahora estamos en medio de una tormenta compleja, en la cual surgen en áreas anteriormente insospechables juegos geopolíticos y geoeconómicos, inquietudes, que son difíciles de prever”, señalaba entonces Luna sobre las prioridades peruanas en el Consejo.
El máximo órgano de decisión de la ONU, que tiene como mandato principal el mantenimiento de la paz y la seguridad en el mundo, trae entre manos varias crisis complejas, como la de Corea del Norte, las guerras en Siria o Yemen, y conflictos en varias naciones africanas, como Sudán del Sur, Mali o la República Centroafricana.
En los últimos años, el Consejo de Seguridad ha sido escenario de fuertes disputas y fracturas, sobre todo entre Rusia y las potencias occidentales, principalmente a causa de la guerra en Siria.
El conflicto entre israelíes y palestinos, el acuerdo nuclear con Irán o el proceso de paz en Colombia son algunas de las cuestiones que figuran regularmente en la agenda de los embajadores, que se reúnen prácticamente a diario.
Además de las grandes crisis internacionales, el órgano se ocupa entre otras cosas de decidir sobre las operaciones de paz de las Naciones Unidas. Perú, que fue propuesto como candidato por el grupo de Latinoamérica y el Caribe, considera también como parte de su deber representar a la región en el Consejo, según Luna.
Durante este primer año, ese papel lo compartirá con Bolivia, cuyo mandato se extiende hasta el final de 2018 y, luego, será reemplazado por otro país latinoamericano.
Entre los nuevos miembros del Consejo de Seguridad hay tanto países con amplia presencia internacional como otros que comienzan a hacerse un hueco en la escena diplomática.
Para los Países Bajos, por ejemplo, esta es la sexta ocasión en que formará parte del Consejo, pero para otros como Guinea Ecuatorial se trata de la primera. En el caso holandés, su mandato será únicamente de un año, pues acordó repartirse el bienio con Italia, que ocupó el asiento durante 2017.
El resto de países recién ingresados pasarán dos años dentro del Consejo de Seguridad, de donde salen Uruguay, Egipto, Senegal, Ucrania, Japón e Italia. Pese a que todos los miembros participan activamente, las cinco potencias permanentes llevan habitualmente la voz cantante y disponen además de derecho de veto.
En los últimos meses, Rusia lo ha utilizado en más de una ocasión para frenar iniciativas sobre Siria a las que se oponía, mientras que Estados Unidos lo usó en diciembre para impedir la adopción de una resolución crítica con su decisión de reconocer Jerusalén como capital de Israel.