El nombramiento del presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, como embajador de Buena Voluntad de la Organización Mundial de la Salud, OMS, ha caído como un jarro de agua fría a decenas de organizaciones que luchan por los derechos humanos.
El pasado miércoles el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, anunció dicho nombramiento en una reunión sobre enfermedades no transmisibles (ENT) en Uruguay con Mugabe, de 93 años, como invitado.
Y las reacciones no se han hecho esperar. El Gobierno de Gran Bretaña apunta que esta decisión puede poner en riesgo el trabajo global de la OMS. Por su parte, Estados Unidos, que ha impuesto sanciones a Mugabe por presuntas violaciones de los derechos humanos, denuncia que «este nombramiento contradice claramente los ideales de las Naciones Unidas de respeto a los derechos humanos y a la dignidad humana». Por decisiones como ésta, apunta un portavoz del Departamento de Estado, Estados Unidos quiere reformar la ONU con la finalidad de salvaguardar los ideales que le caracterizan.
Los líderes mundiales del ámbito de la salud han pedido que se revoque la decisión de la OMS, tachándola de injustificable, incorrecta y decepcionante. Dos docenas de organizaciones, incluida la Federación Mundial del Corazón y Acción contra el tabaquismo, emitieron un comunicado criticando la designación y alegando que los funcionarios de salud estaban «conmocionados y profundamente preocupados por la larga trayectoria de violaciones de derechos humanos» del presidente Mugabe en sus 37 años en el poder (como jefe del Ejecutivo y primer ministro).
Los críticos de Mugabe le acusan de colapsar el sistema de salud del país por su mala gestión. El subdirector ejecutivo de programas de Human Rights Watch (HRW), Iain Levine, publicaba en Twitter poco después de conocerse la noticia: «Su designación como embajador de Buena Voluntad es algo que debería avergonzar a la OMS y al Dr. Tedros dado el terrible historial de Mugabe».
Algo que no parece quitarle el sueño al nuevo director general de la OMS, quien en su discurso del pasado miércoles elogió a Zimbabue al considerarlo «un país con cobertura universal de salud y la promoción de ésta en el centro de sus políticas para brindar atención médica a todos».
Mientras el presidente Mugabe saca pecho por el desarrollo de una política nacional de ENT, de cuidados paliativos e implementar una estrategia de prevención y control del cáncer cérvico-uterino, sus críticos le acusan de colapsar el sistema de salud del país por su mala gestión. En 2008, la organización benéfica Médicos por los Derechos Humanos publicó un informe en el que documentaba los fallos del sistema de salud de Zimbabue.
”El gobierno de Robert Mugabe presidió la reversión dramática del acceso de su población a los alimentos, el agua potable, el saneamiento básico y la atención médica». Le acusan, además, de clausurar hospitales, clínicas y escuelas, de la escasez de medicamentos y de no pagar a sus sanitarios. Mugabe, el jefe de Estado con más años en el cargo, también ha sido criticado en su país por sus frecuentes viajes al extranjero que han costado millones de dólares al empobrecido Zimbabue.