Acorralado por el agujero en las cuentas públicas y las dificultades políticas para avanzar en su plan de reformas liberales, el gobierno brasileño de centroderecha ha dado un golpe de efecto que agrada a los mercados y enfurece a la oposición de izquierda.
El equipo económico del Presidente Michel Temer ha anunciado el mayor programa de privatizaciones en el país desde hace dos décadas con el propósito de hacer caja y atenuar el déficit fiscal. Más de 50 activos estatales se pondrán a la venta o su gestión será cedida al sector privado, entre ellos Eletrobras, la mayor empresa eléctrica de Latinoamérica.
Fuera del programa anunciado, que incluye una docena de aeropuertos y la Casa de la Moneda, quedan el gigante petrolero Petrobras o la poderosa banca pública. El programa, no obstante, carece de detalles, así como una estimación total de lo que pudiera obtenerse. El Ministerio de Energía ha precisado que solo la operación de Eletrobras puede suponer unos 5.400 millones de Euros.
La mayor ola privatizadora de las últimas décadas en Brasil se registró durante el primero de los dos mandatos de Fernando Henrique Cardoso, Presidente entre 1995 y 2003.
“El paquete de Temer es sin duda el mayor desde Cardoso. Incluye aeropuertos, sistemas de saneamiento, el sector eléctrico, cuestiones que contribuirán a cambiar la estructura de la economía en los próximos dos años”, explica Alexandre Galvão, profesor de la escuela de negocios Fundación Don Cabral.
El plan supone una escalada más en el giro hacia la ortodoxia económica que vive Brasil después del impeachment que el año pasado acabó con la presidencia de Dilma Rousseff y puso fin a la etapa del Partido de los Trabajadores. Pero también es consecuencia de la debilidad política de un presidente acosado por los escándalos de corrupción.
El ambicioso programa reformista de Temer -del mercado de trabajo hasta las pensiones- se ha visto atenuado por las resistencias del Congreso. Muchos diputados pusieron además un elevado precio al voto que, el a principios de mes permitió que la Cámara frenase la denuncia del fiscal general de la República, Rodrigo Janot, contra el Presidente, acusado de cobrar sobornos.
Las concesiones económicas de Temer a las regiones para salvar su puesto representaron un aumento del gasto público y obligaron al gobierno a rebajar los objetivos de su ajuste fiscal para este año. Ahora, uno de los objetivos del programa privatizador es precisamente recaudar dinero para aliviar las cuentas del Estado, junto a reactivar, en la medida de lo posible, una economía que, aunque ha dejado de caer, presenta unas expectativas de crecimiento este año de algo más de 0,5% y un 2% en 2018.