La Primer Ministro británica se ha visto obligado a llamar al orden a sus ministros apelando a la unidad y la responsabilidad luego de una seguidilla de filtraciones sobre las reuniones de gabinete que exponen las divisiones en torno a las negociaciones del Brexit con la Unión Europea, y la propia debilidad política de la jefa de gobierno, tras el desastroso llamado a elecciones que le costó al gobierno la mayoría cómoda en el Parlamento y la condujo a una alianza muy cuestionada, y costosa, con el partido unionista de Irlanda del Norte.
Las consecuencias de estas rencillas y divisiones se ha manifestado esta semana en la ronda de discusiones con representantes de Europa para un divorcio civilizado, y que supuestamente se extenderán hasta este jueves. El ministro responsable de esa tarea, David Davies lució con su contraparte negociadora Michel Barnier para las fotos, pura sonrisa y esperanzas positivas, pero a la hora estaba en vuelo de retorno a Londres.
Este martes la primer ministro recordó a sus ministros en reunión de gabinete que se deben mantener en privado las conversaciones sobre la política de gobierno, y se debe actuar en unidad y con responsabilidad pues hay mucho trabajo, y duro, por adelante, especialmente luego del receso del mes de agosto.
Pero la verdad es que el gabinete del gobierno tory está dividido entre los dogmáticos, el núcleo duro de Euro-escépticos, y los pragmáticos que entienden el verdadero alcance de abandonar la UE y se muestran más propensos a un llamado Brexit blando.
Así fue que el pragmático Philip Hammond, responsable por la economía recibió un furibundo ataque en el Daily Telegraph de una fuente del gabinete, pero bajo condición de anonimato, alegando que este h..de p.. intenta frustrar el Brexit con su defensa de un pacto transitorio sobre el mercado único que podría retrasar el acuerdo de retirada de la UE. Hammond, partidario de la permanencia en la UE y defensor de la línea blanda quiere proteger los intereses comerciales y financieros británicos en el proceso de divorcio, se ha convertido por tanto en la bestia negra de sus colegas más intransigentes.
Hammond en una entrevista televisada por la BBC aseguró ser objeto de una campaña “generada por aquellos que no están contentos” con la agenda que intenta promover “para proteger la economía británica y los empleos, y asegurar un incremento sostenido del nivel de vida”.
En efecto sus declaraciones se sustentan en el último informe de la Confederación de la Industria Británica (CBI), donde un 42% de las empresas confirma que la perspectiva del Brexit ha perjudicado sus planes de inversión y reclama que el gobierno garantice un futuro acuerdo comercial con la UE. Aunque los euroescépticos señalan a la CBI como una entidad partidaria de estar en Europa, tampoco pueden obviar el diagnóstico que dos tercios de las compañías nacionales han congelado muchas operaciones ante las incertidumbres del futuro inmediato.
El acuerdo transitorio que propone Hammond (y que podría prolongarse a un plazo de hasta cuatro años) “para restaurar la confianza del sector financiero y de los consumidores” es del todo inaceptable para su colega ultra escéptico Liam Fox, ministro de comercio internacional porque obligaría a retrasar la firma de acuerdos comerciales de Reino Unido con otros países no miembros de la UE. “Necesitamos a Theresa para hacer posible el Brexit de una vez”, declaró Fox sobre una primera ministra muy debilitada a raíz del fiasco de las últimas elecciones generales, en las que los conservadores perdieron la mayoría absoluta.
Seguir con el desgaste de Theresa May durante el traumático proceso del Brexit, para luego cambiar el liderazgo, es un propósito que colisiona con las conspiraciones ya en marcha en el partido conservador. En efecto, David Davies ya aparece como candidato a sucederla, pero el segundo, según las casas de apuestas, sería el pragmático Philip Hammond, la única voz de peso en el actual gobierno dispuesta a hacer las concesiones necesarias ante Europa. Los conservadores de uno y otro bando apelan a los intereses nacionales, pero la guerra que libran tiene como centro la misma alma del partido.
Cuán dispuestos a amenazar la continuidad del gobierno conservador en esa lucha furibunda que seguramente proseguirá, está por verse: los capítulos de la serie son prometedores, pero tal cual advirtiera Theresa May a sus pares esta semana en un cónclave partidario apelando a la unidad y la responsabilidad, en la boca del mazo está James Corbyn y los Laboristas, grandes ganadores de la última contienda. Los tories no sólo perdieron la mayoría en esa consulta sino que además un año atrás le costó el puesto al ex David Cameron impulsor del referendo sobre Brexti, que contra todo pronóstico de lo políticamente correcto, perdió y desató la lucha entre conservadores sobre el camino a seguir con el Brexit.