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Trump insiste con control de inmigración: cambia el envase pero no el contenido

Martes, 7 de marzo de 2017 - 10:35 UTC
 El Secretario de Estado, Rex Tillerson expresó que se trata de una “medida vital” para la seguridad nacional estadounidense. El Secretario de Estado, Rex Tillerson expresó que se trata de una “medida vital” para la seguridad nacional estadounidense.

El presidente Donald Trump firmó este lunes un nuevo decreto que bloquea temporariamente el ingreso a Estados Unidos a emigrantes y refugiados de seis países de mayoría musulmana Es una versión levemente atenuada de una orden que resultó anulada por la justicia.

 El nuevo decreto -firmado por el presidente lejos de las cámaras de televisión- cierra las fronteras a emigrantes y refugiados de Irán, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen, aunque con relación al decreto que había emitido en enero remueve a Irak de esa lista.

Al presentar la nueva orden ejecutiva, el Secretario de Estado, Rex Tillerson expresó que se trata de una “medida vital” para la seguridad nacional estadounidense. De acuerdo con Tillerson, es una “solemne responsabilidad del presidente proteger a los estadounidenses”.

Por su parte, el Secretario de Justicia y Fiscal General, Jeff Sessions, dijo que el nuevo decreto “proporcionará una necesaria pausa para que podamos revisar el actual escrutinio de las personas que vienen desde países que nos preocupan”.

A su vez, el secretario de Seguridad Interior, John Kelly, destacó que el decreto “hará que este país sea más seguro y además atenderá viejas preocupaciones sobre la seguridad de nuestro sistema de migración”.

El decreto que Trump había firmado en enero cerraba temporariamente las fronteras y a todos los refugiados y ciudadanos de esos siete países. La nueva versión del decreto explicita que los portadores de visas válidas y permisos de residencia podrán ingresar a Estados Unidos, una provisión que en enero había provocado un verdadero caos en diversos aeropuertos del país.

En el caso de Irak, el país quedó fuera del bloqueo automático pero un ciudadano iraquí que presente un pedido de visa pasará por una investigación exhaustiva para determinar si no proviene de un territorio controlado por el grupo radical Estado Islámico. Como ya había ocurrido en enero, las reacciones al decreto migratorio surgieron de inmediato.

El Comité Nacional del Partido Demócrata afirmó en una nota oficial que “la obsesión de Trump con la discriminación religiosa es asquerosa”.

Este nuevo “bloqueo a los musulmanes es tan inconstitucional como el anterior, y no hará que nuestro país sea más seguro”, afirmó la dirección demócrata.

En tanto, la influyente organización Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU) apuntó que Trump “admitió que su bloqueo a los musulmanes era indefendible pero lo reemplazó con una versión más suavizada que contiene los mismos errores”.

Para la entidad, “la única forma de arreglar un bloqueo a musulmanes es NO tener un bloqueo a musulmanes. Pero el presidente sigue comprometido con la discriminación religiosa, y esperamos que haya desaprobación por parte de las cortes y de los estadounidenses”.

El anuncio del nuevo decreto ayuda al gobierno a desviar la atención del más reciente escándalo político que estalló el sábado, cuando Trump acusó a su antecesor, Barack Obama, de ordenar la intervención de los teléfonos de sus oficinas en Nueva York durante la campaña electoral.

La espectacular denuncia hasta ahora no ha sido apoyada en evidencias, pero de inmediato dejó al descubierto la tensión existente en el interior del gobierno, en especial entre las agencias de inteligencia.