El decreto ley del presidente de EE.UU., Donald Trump, que veta la entrada en ese país de personas de siete países musulmanes, ha provocado las críticas del Gobierno británico, que lo ha calificado de “divisorio” y “equivocado”.
La primera ministra británica, Theresa May ordenó a sus ministros de Exteriores e Interior, Boris Johnson y Amber Rudd, respectivamente, que hablen por teléfono con sus pares de EE.UU. para evaluar el impacto de las medidas en refugiados e inmigrantes y en los británicos con doble nacionalidad de los países afectados.
La medida de Trump suspende tanto la entrada de todos los refugiados durante 120 días como la concesión durante 90 días de visados a ciudadanos con pasaportes de Libia, Sudán, Irak, Somalia, Siria, el Yemen e Irán, países con historial terrorista.
Además del Gobierno de Theresa May, el alcalde de Londres, Sadiq Khan, el primer musulmán en llegar a la alcaldía de esta capital, y los políticos de la oposición criticaron la medida unilateral de Trump, destinada, a su juicio, a combatir el terrorismo yihadista.
En Reino Unido -tradicional aliado de EE.UU. y con una importante inmigración de los países vetados-, la reacción del Gobierno contra la nueva política migratoria llegó después de que May recibiese críticas por su negativa inicial a no pronunciarse contra Trump.
Durante una conferencia de prensa el sábado en Turquía, la “premier” quien el viernes estuvo con Trump en Washington, se limitó a decir que la política de inmigración de Estados Unidos era un asunto de ese país. Sin embargo, ante las críticas, la residencia de Downing Street reconoció que el Gobierno no estaba de acuerdo con el decreto ley y que estudiaría sus efectos en sus ciudadanos.
Desde el Foreign Office, en Londres, Boris Johnson respondió advirtiendo que Londres protegerá “los derechos y libertades de los nacionales del Reino Unido, aquí y en el extranjero. Es divisorio y equivocado estigmatizar por la nacionalidad”.
Sadiq Khan, a través de su cuenta de Twitter, calificó la ley de “vergonzosa” y “cruel” y consideró que perjudica “los valores de libertad y tolerancia sobre los que EE.UU. ha sido construido”.
May fue recibida por Trump el viernes para abordar asuntos de interés común, especialmente la intención de los dos países de alcanzar un acuerdo comercial una vez que el Reino Unido salga de la Unión Europea en 2019.
Para relanzar lo que Londres llama la “relación especial” entre los dos países, May invitó a Trump a realizar una visita oficial al Reino Unido este año para reunirse con la reina Isabel II. Sin embargo, los partidos de la oposición han empezado a exigir al gobierno que se le retire a Trump la invitación a la luz de la polémica medida migratoria, además de su plan para construir un muro a lo largo de la extensa frontera entre EE.UU. y México.
El líder laborista británico, Jeremy Corbyn, dijo que la visita de Trump al Reino Unido debería ser cancelada hasta que se levante la nueva medida estadounidense contra los musulmanes. En declaraciones a la cadena ITV, el líder del principal partido de la oposición británica señaló que no está de acuerdo con que se reciba al presidente de EE.UU. mientras se producen “estos horribles ataques contra los musulmanes”.
Al mismo tiempo, una petición iniciada por el ciudadano británico Graham Guest, en la que se solicita se impida que Trump haga una visita al Reino Unido, ya ha reunido más de 290.000 firmas, una cifra que obliga a los diputados a debatirla en el Parlamento.
La medida del presidente afecta al reconocido atleta y campeón olímpico Sir Mo Farah, nacido en Somalia, pero con nacionalidad británica, que teme que no le dejen entrar en Estados Unidos, donde viven sus hijos y donde habitualmente entrena.
“El primero de enero de este año -declaró Farah-, Su Majestad la Reina me concedió el título de caballero. El 27 de enero, el presidente Donald Trump parece haberme convertido en un foráneo indeseado”.