Las Falklands celebraron con colores, música y sabores durante todo un fin de semana la multiplicidad cultural de las Islas que son hogar para casi sesenta nacionalidades distintas y de todos los continentes. Todo comenzó un sábado con un smoko o merienda de media mañana, típica de las Falklands, que fuera ofrecida en el Museo con un gran despliegue de arte culinario al estilo Falklands'.
El típico smoko está íntimamente relacionado con la explotación ovina de las Islas y era cuando a media mañana los pastores a caballo que cuidaban los rebaños hacían un alto para recomponer calorías consumidas por tareas que comenzaban demasiado temprano, y las amas de casa de las Falklands se aseguraban que fueran alimentos a la altura del desafío, tanto dulce como salado.
Por la tarde el despliegue se realizó en los amplios galpones de la Fuerza de Defensa de las Falklands con una impresionante presentación de comidas, aromas, colores, literatura de los puntos más remotos del globo: la isla de St Helena la tercera comunidad de importancia en las Falklands, Filipinas, Perú, Chile, India, Zimbabue, Irlanda, Sri Lanka, Paquistán Nueva Zelandia, Australia, Nepal y por supuesto las propias Islas.
Así es que las instalaciones se vieron colmadas por público ávido de participar de la gran fiesta donde se podía saborear desde las clásicas empanadas chilenas al curry hecho por los nepaleses a las jugosas orugas como le llaman en Zimbabwe a unos arrollados especiales.
Para los platos dulces se recomendaba dirigirse a probar aquellos postres y tortas presentadas por Nueva Zelanda, Australia, Sir Lanka, Filipinas, aunque como era de esperar la guinda de la torta fue la oferta del stand de las Falklands con sus especialidades como carne vacuna salada, costillas ovinas, paté de ganso Upland y por supuesto los pasteles y tortas desbordantes de calorías y que había que probar aunque fuera una excepción.
Además de lo gastronómico fue oportunidad para aprovechar a aprender sobre las diferentes culturas por quienes lucían sus colores, literatura y videos que se exponían en los stands.
Superados los sabores y olores, la velada continuó con música y danza, siendo los primeros al ruedo con sus cuecas y coloridos vestidos chilenos de edad escolar que se merecieron ruidosos aplausos. Los siguieron bailarines de las Falklands con música country, St Helena, el baile Kukri de Ghurkas y folclore filipino.
Por último hubo música para un gran baile que concluyera sobre media noche, con los voluntarios dejando las instalaciones tan pulcras como las recibieron.
El domingo el acontecimiento se trasladó a la pista de carreras hípicas donde desde temprano se prendieron fuegos para con brasas y mucha paciencia, pero también entusiasmo retribuido, se hicieron varios corderos y lechones, los primeros al estilo asado de América del Sur y los otros según la tradición filipina.
Mientras el olor a carne asada inundaba la pista y alrededores, convocando a los Isleños, se organizaron una serie de juegos para todas las edades lo cual fue seguido de una demostración de perros arreadores con mangas y corrales, y de esquila, hasta que llegó el momento de atacar a los corderos, lechones y pollos a las brasas.
Finalmente debe decirse que es esfuerzo fue todo a base de contribuciones de particulares, comercios y los establecimientos rurales que donaron corderos y lechones, al igual que el montaje y desmontaje de stands e instalaciones en la pista hípica, y ni que hablar de los asadores, y del señor tiempo que acompañó la fiesta.
Como concluyó el Penguin News, una hermosa oportunidad para hacer nuevos amigos y ponerse al día con otros tantos.