Galicia y el País Vasco votan este domingo en unas elecciones regionales que se presentan como cruciales, ante el impacto que pueden tener los resultados en los principales partidos nacionales y en la correlación de fuerzas frente a la crisis de gobernabilidad que atraviesa España.
La pelea más trascendental está en Galicia, donde el conservador Mariano Rajoy, aspira a validar la única mayoría absoluta que le queda al Partido Popular (PP) en el país, de la mano de Alberto Núñez Feijóo, mientras el socialista Pedro Sánchez podría recibir allí un golpe letal si su partido queda relegado a un tercer lugar superado por la coalición izquierdista En Marea, aliada de Podemos, como pronostican los sondeos.
En el País Vasco, lo determinante será si el actual jefe del Ejecutivo regional, el nacionalista Iñigo Urkullu, a quien los sondeos sitúan como vencedor, necesitará de los votos del PP y del PSOE para seguir gobernando. En caso de que se de esta situación, el PP de Rajoy podría intercambiar favores con el Partido Nacionalista Vasco (PNV) de Urkullu para lograr su reelección, aunque también Sánchez tendría posibilidades de negociar el apoyo de los cinco diputados de los nacionalistas a un gobierno alternativo liderado por él.
España cuenta desde hace nueve meses con un gobierno en funciones que encabeza Rajoy, quien salió reforzado de las últimas elecciones del 26 de junio pero falló en su intento de formar gobierno tras llegar a un acuerdo de investidura con los liberales de Ciudadanos.
El PP, con 137 diputados en el Parlamento, sumó a los 32 del liberal Albert Rivera, más el único que ostentan los nacionalistas canarios, aunque no consiguió la abstención de los 85 diputados socialistas, necesarios para facilitar su reelección.
Tras esa investidura fallida, Espa;a entró en una cuenta atrás hacia sus terceras elecciones generales en un año, que solo se evitarán si hay acuerdo entre las principales fuerzas políticas antes del 31 de octubre.
Las negociaciones quedaron paralizas a la espera de lo que pueda ocurrir con los comicios gallego y vasco, que influirán de forma directa sobre el margen para los intercambios parlamentarios e indirectamente en las cúpulas nacionales de los partidos políticos.
Mientras Rajoy insiste en que el PSOE debe dejarlo gobernar y Ciudadanos apoya su tesis, Sánchez se muestra decidido a intentar, por segunda vez –falló tras las elecciones del 20 de diciembre-, liderar un gobierno alternativo al PP.
En su primer intento de febrero, el líder del PSOE pactó con Rivera, pero el veto de los izquierdistas de Podemos, frenó sus aspiraciones.
Con unas nuevas elecciones nacionales a la vuelta de la esquina, Sánchez intenta reflotar el mismo plan pero con una variante, ya que pretende negociar primero con Podemos y buscar después el aval de Ciudadanos.