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Negligencia y sequía condenan a miles de caimanes a la muerte en Paraguay

Viernes, 19 de agosto de 2016 - 18:43 UTC
Por tratarse de la peor sequía en los últimos 19 años y como no ha llovido desde abril en el Chaco, la región paraguaya fronteriza del lecho del río quedó a la vista. Por tratarse de la peor sequía en los últimos 19 años y como no ha llovido desde abril en el Chaco, la región paraguaya fronteriza del lecho del río quedó a la vista.
“Aquí hay una fauna riquísima y abundante. Los animales empiezan a morir de forma masiva, primero los peces, luego los carpinchos y los yacarés” “Aquí hay una fauna riquísima y abundante. Los animales empiezan a morir de forma masiva, primero los peces, luego los carpinchos y los yacarés”
La zona en el límite entre Paraguay y Argentina, el cauce del Pilcomayo se ha convertido en “un cementerio de animales muertos, por falta de agua y alimentos” La zona en el límite entre Paraguay y Argentina, el cauce del Pilcomayo se ha convertido en “un cementerio de animales muertos, por falta de agua y alimentos”

Cientos de yacarés muertos yacen en el lecho seco del río Pilcomayo, en Paraguay, frontera con Argentina. Algunos murieron de hambre y sed, otros que aún están vivos se hunden en el barro para evitar los ataques de buitres. Las aves se posan encima de los animales agonizantes para picotearlos, en tanto los baqueanos tratan en vano de espantarlos.

 Durante la estación de sequía, entre abril y octubre, el Pilcomayo se seca, un fenómeno cíclico que “se ha acentuado por el cambio climático y la deforestación”, indicó Luz Aída Aquino, directora del Fondo Mundial para la Naturaleza en Paraguay.

Por tratarse de la peor sequía en los últimos 19 años y como no ha llovido desde abril en el Chaco, región paraguaya fronteriza con Argentina, el lecho del río quedó a la vista.

“Aquí hay una fauna riquísima y abundante. Los animales empiezan a morir de forma masiva, primero los peces, luego los carpinchos (Hydrochaeris hydrochaeris) y los yacarés”, los caimanes de América del Sur, afirmó la experta.

En la zona llamada Agropil (Agropecuaria Pilcomayo) en el límite entre Paraguay y Argentina, a 800 km de la capital Asunción, el cauce del Pilcomayo se ha convertido en “un cementerio de animales muertos, por falta de agua y alimentos”, sostuvo Aquino.

“Antes, los bosques eran un refugio para ellos, pero con la deforestación” ya no tienen adónde ir.

La organización civil “Estamos cansados de sus leyes” llevó el fin de semana pasado a una delegación de 50 personas para iniciar un rescate. Bomberos, veterinarios y gente del lugar perforaron pozos de agua dulce para salvar a una treintena de reptiles.

“Es todo lo que podemos hacer”, dijo Alberto Meza, uno de sus líderes, que planea promover una protesta contra el gobierno si no se ocupa de este drama ecológico.

Ambientalistas denunciaron que las canalizaciones que cada año realizan maquinarias no fueron hechas en 2015 o se hicieron en forma negligente, lo que afectó a la fauna por falta de agua, en especial a yacarés y carpinchos. La fiscalía impulsó en junio una investigación sobre los funcionarios que debían realizar el trabajo, hoy destituidos.

El Ministerio de Obras Públicas paraguayo trata de mitigar el desastre con la perforación de pozos, como medida de emergencia.

“Estamos perforando pozos para tratar de llenar las lagunas que se van secando de tal forma que los animales puedan sobrevivir”, explicó Oscar Salazar, director de la Comisión Pilcomayo.

”Estas muertes de yacarés se producen cuando las aguas están excesivamente bajas”, añadió. Pero el experto confió que la situación se revertirá a partir de las lluvias de octubre y noviembre.

Mientras tanto, Argentina permitirá a Paraguay el ingreso de sus maquinarias para canalizar el río cuyas aguas se estancaron a 800 metros dentro de su territorio. En paralelo Paraguay limpiará los canales del Pilcomayo en su territorio a lo largo de 11 km “para que fluyan libremente las aguas”, manifestó.

Las aguas del deshielo de los Andes bajan de 3.900 metros de altura para alimentar el río Pilcomayo, un violento torrente que nace en Bolivia y que se reparte como un abanico bañando una cuenca de 2.700 km cuadrados en Argentina y Paraguay, entre diciembre, enero y febrero.