La Intendencia de Santiago decretó este miércoles la séptima preemergencia ambiental en lo que va del año del año, debido a la mala calidad del aire en la capital chilena, de cerca de siete millones de habitantes.
Se trata además de la sexta preemergencia consecutiva por esta causa y, según precisaron las autoridades, la medida incluye la prohibición de circular de los vehículos con convertidor catalítico (sello verde) cuyas placas patentes finalicen en 2 ó 3, y para los que carecen de dicho dispositivo, cuyos dígitos finalicen en 1, 2, 3, 4, 5 ó 6.
La restricción, que supone sacar cerca de 300.000 vehículos de circulación, rige entre las 07:30 (11:30 GMT) y las 21:00 horas (01:00 GMT del jueves). La situación incluye además la prohibición absoluta de usar calefactores a leña y sus derivados y la paralización de unas 1.200 fuentes fijas de emisiones nocivas, principalmente industrias, además de la recomendación de suspender las clases de educación física, y la práctica de deportes al aire libre.
En esta ocasión, las autoridades han recomendado no preparar asados en parrillas a carbón o leña si la selección, que jugará contra Colombia en la ciudad de Chicago, avanza a la final de la Copa América de Fútbol que se juega en Estados Unidos, tras asegurar que esta atávica costumbre de los hinchas ha contribuido a aumentar los índices de contaminación.
A las 08:00 locales (12:00 GMT) , tres de las estaciones de vigilancia de la calidad del aire distribuidas en la Región Metropolitana marcaban nivel de alerta, con niveles de entre 200 y 300 microgramos de partículas nocivas por metro cúbico de aire. Otras cinco mantenían un nivel regular, de entre 100 y 200 microgramos y dos, Las Condes y La Florida anotaban buena calidad del aire, con menos de 100 microgramos.
Situada en un valle rodeado de montañas, Santiago es considerada unas de las ciudades más contaminadas de Latinoamérica, principalmente en otoño e invierno, cuando la ausencia de brisas impide la dispersión de las partículas nocivas. A ello se suma un fenómeno de inversión térmica, que mantiene la contaminación a ras de suelo debido a que la temperatura es más baja en la superficie que en la altura.