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Las Falkland son “mi patria, un pueblo” con el derecho a elegir libremente su propio destino

Jueves, 2 de junio de 2016 - 07:44 UTC
Krysteen Ormond es la representante más joven de las Falklands (27 años) en presentar el caso de las Islas ante el Comité Especial de Descolonización de ONU Krysteen Ormond es la representante más joven de las Falklands (27 años) en presentar el caso de las Islas ante el Comité Especial de Descolonización de ONU
La presentación se hizo durante el Seminario Regional del Pacífico del C24 que se celebrara en Nicaragua hasta esta semana. La presentación se hizo durante el Seminario Regional del Pacífico del C24 que se celebrara en Nicaragua hasta esta semana.
Las Islas Falkland celebran elecciones generales cada cuatro años para elegir una  Asamblea Legislativa, la que está compuesta de ocho miembros. Las Islas Falkland celebran elecciones generales cada cuatro años para elegir una Asamblea Legislativa, la que está compuesta de ocho miembros.
La reforma constitucional del 2009 delegó aún más poder de autonomía a la Asamblea Legislativa. La reforma constitucional del 2009 delegó aún más poder de autonomía a la Asamblea Legislativa.
“El derecho a organizar un referendo libre, justo y democrático y demostrar al mundo que nuestro estatus de TBU existe por elección y no por colonización”. “El derecho a organizar un referendo libre, justo y democrático y demostrar al mundo que nuestro estatus de TBU existe por elección y no por colonización”.

Las Falklands son “mi patria, un pueblo”, y como tal tienen derecho a la autodeterminación, que en realidad es un derecho humano básico de cada habitante de las Islas, o sea el de elegir libremente su propio destino, tal cual lo amparan la Carta de Naciones Unidas y los varios pactos internacionales sobre derechos civiles y políticos.

 La afirmación pertenece a Krysteen Ormond, la representante más joven de las Falklands (27 años) en presentar el caso de las Islas ante el Comité Especial de Descolonización de Naciones Unidas, más específicamente durante el Seminario Regional del Pacífico del C24 que se celebrara en Nicaragua hasta esta semana.

“La libre determinación es más que un principio internacional potencialmente abstracto; es un derecho humano básico. Es mi derecho, el derecho de mi familia y el derecho de mis pares en la comunidad elegir libremente nuestro propio futuro. Es el derecho a decir “yo elijo esto”. Es el derecho a organizar un referendo libre, justo y democrático y demostrar al mundo que nuestro estatus de territorio británico de ultramar existe por elección y no por colonización”, argumentó la joven universitaria quien además domina varios idiomas, incluyendo el español.

La joven diplomática narró tomando el ejemplo de tres generaciones de su familia, como en ese período, las Falklands pasaron de ser colonia británica (en 1926 cuando nació su abuelo), a una dependencia británica (1962 cuando nació su madre) hasta finalmente en 1985 en que las Falklands promulgaron su propia constitución, a lo cual se sumó un cambio de nomenclatura en el 2002, a territorio británico de ultramar. Con sus 27 años, la representante Ormond nació en 1988.

“En solamente tres generaciones de mi familia, las Islas Falkland han pasado por un proceso de crecimiento político, desarrollo cultural y descolonización”.

Y en ese período las Falklands se convirtieron en económicamente auto-suficientes y políticamente autónomas Y así la población de las Falkland ha crecido y prosperado. “Somos un pueblo con nuestro propio y singular pasado y nuestra propia y singular cultura que se alimenta de los legados diversos y compartidos de las nacionalidades que se han establecido aquí”.

La representante Ormond explicó que no se identifica “con la vida en Inglaterra porque no crecí ahí; no me identifico como inglesa porque no nací en Inglaterra. Soy de las Islas Falkland; y también lo son mis pares. Tenemos derecho a participar en la toma de decisiones sobre nuestro propio futuro. Cada hombre, mujer y niño en el mundo tiene ese derecho”.

Y por tanto “nosotros no somos una colonia, la libre determinación es un derecho aplicable a las personas de las Islas Falklands y la labor del Comité Especial de Descolonización ha terminado en lo que respecta a las Islas Falklands”.

A continuación el discurso pronunciado ante el Seminario Regional del Pacífico del Comité Especial de los 24, en Managua, el primero de junio, 2016

Señor Presidente, damas y caballeros:

Me complace estar aquí en Managua para el Seminario Regional del Pacífico y les agradezco la oportunidad que me dan de hablar hoy sobre las Islas Falkland. Estoy aquí como representante de las Islas Falkland y me dirijo a todos ustedes a nombre del Gobierno de las Islas Falkland.

El tema de este año es la “Aplicación del Tercer Decenio Internacional para la eliminación del colonialismo: compromisos y medidas para la descolonización en los Territorios No Autónomos”. Personalmente, lo encuentro un tema muy conmovedor; a los veintisiete años de edad, me encuentro en la tercera década de mi vida, y la he vivido no a la sombra de la Guerra de las Falkland sino más bien en su estela. Con esto me refiero no simplemente a la estela en el sentido de las ondas que deja un barco, sino que también a los sentimientos de cambio y reconstrucción después de un evento inesperado. En la década de 1980, los habitantes de las Islas Falkland empezaron a darse cuenta de que había una forma muy diferente de vivir y una visión nueva de cómo podría y debería ser el futuro.

Mi abuelo nació en las islas en 1926, y el mes pasado habría cumplido 90 años de edad. Mi madre nació en 1962, y aun cuando estoy segura de que no le va a hacer gracia que yo le diga a este seminario su edad, ahora tiene 53. Yo, como he dicho, tengo 27. Se estarán preguntando por qué estoy hoy hablándoles de tres generaciones de mi árbol genealógico, pero les ruego tengan un poco más de paciencia.

Cuando nació mi abuelo, el estatus político de las Islas Falkland era el de una colonia de Gran Bretaña. En 1962, y por lo tanto cuando nació mi madre, se les llamaba dependencia británica. Finalmente, en 1985, se promulgó la Constitución de las Islas Falkland, y yo nací en 1988. Un cambio de nomenclatura en el 2002 me permite dirigirme hoy, a todos ustedes, como ciudadana de un territorio británico de ultramar.

En solamente tres generaciones de mi familia, las Islas Falkland han pasado por un proceso de crecimiento político, desarrollo cultural y descolonización.

Estoy segura de que muchos de ustedes en este seminario habrán escuchado mucho sobre las Islas Falklands; espero que parte de esto sea verdadero e interesante, pero, lamentablemente, me imagino que parte de lo que han escuchado representa erróneamente la realidad de mi patria.

Desde el punto de vista económico, las Islas Falkland son autosuficientes, recaudamos nuestros propios impuestos y financiamos nuestros propios servicios. No enviamos impuestos u otros fondos al Gobierno del Reino Unido y tampoco recibimos grandes subsidios a costa de los contribuyentes del Reino Unido, como algunos podrían hacerles creer. Quizá se pregunten adónde van estos fondos. En una comunidad de casi 3.000 personas: ¿En qué podríamos gastar el dinero?

Primero que nada, tenemos un excelente sistema de salud pública, el que es gratis al momento de usarlo para los pacientes con derecho a recibirlo. En los casos en los que nuestro servicio de salud no pueda auxiliar a un paciente que requiera cuidado por una enfermedad grave o crónica, tenemos sistemas establecidos y podemos financiar el cuidado en el extranjero de ese paciente, incluidos el viaje, el alojamiento y las cuentas médicas, sin costo para la persona.

Tenemos educación universal gratuita hasta la finalización de una licenciatura. Nuestros estudiantes viajan al extranjero, no solo al Reino Unido sino que también a Canadá y Australia, financiados exclusivamente por el Gobierno de las Islas Falkland. Según estudios recientes, entre el 70 y 75% de estos estudiantes retorna a las Islas dentro de cinco años después de haber terminado sus estudios. No existe obligación contractual, simplemente los estudiantes quieren devolver la contribución a una comunidad que financió su propio desarrollo personal. Yo puedo dar fe de esto ya que estudié en el extranjero; en el Reino Unido, Brasil y Argentina, antes de volver a mi tierra.

La solidez de nuestra economía nos permite entregar tales servicios a las personas que viven, trabajan, forman familias y se jubilan en las Islas Falkland. El 60% de nuestro PIB proviene de la venta de licencias de pesca, y el 2008 un grupo de científicos independientes describió a nuestra industria como “una de las mejores administradas en el mundo”, en términos de investigación científica, inversión en la industria, supervisión regulativa y aplicación de leyes. Nuestro próspero sector turístico recibe a más de 60.000 visitantes al año, principalmente de cruceros. Muy pocos otros lugares en el mundo se pueden jactar de recibir veinte veces su población en número de visitantes al año.

El sector agropecuario ha sido el pilar de nuestra economía por casi 250 años. Las innovaciones en las líneas sanguíneas, las técnicas relacionadas con los pastizales y el pastoreo y la operación de un matadero con certificación de la UE significan que las Islas Falkland están, año tras año, exportando más productos cárnicos, y de más alta calidad, al resto del mundo.

Recientemente vivimos el término de una fase exploratoria de la actividad relacionada con los hidrocarburos. Aún faltan muchos años para que las Islas Falkland sean una nación exportadora de petróleo, pero ya hemos invertido mucho en investigación marina para que podamos desarrollar una industria que complemente al sector pesquero y al turismo, en vez de perjudicarlos. Nos enorgullecemos de cuidar la naturaleza y nos esforzamos mucho para proteger nuestro medioambiente y mares puros.

Damas y caballeros, ya les mencioné mi temor de que ustedes hayan escuchado mentiras sobre mi patria. Una de esas mentiras, creo, es la insinuación de que los Isleños son una población implantada y de que somos nada más que un conjunto de ciudadanos británicos blancos, enviados desde Londres, como lugartenientes coloniales.

En nuestro Censo del 2012, había representantes de 36 identidades nacionales y nacidos en 60 países. Somos una sociedad realmente multicultural, con comunidades de Filipinas, Chile, Zimbabue, Argentina y Rusia (por nombrar algunas), y todos viven felices en comunidad. El inglés es nuestro idioma oficial, pero al igual que en cualquier capital vibrante, al caminar por sus calles o en el supermercado uno se encuentra con los sonidos de otros idiomas tales como el tagalo, el español, el georgiano y el shona mezclándose entre ellos.

Esta sociedad multicultural es una representación clara de la naturaleza básica de asentarse; la gente viene de lejos a un lugar nuevo, forma su vida y construye su hogar. No había una población nativa en las Islas Falkland antes del asentamiento británico. Quizá el asentarse en un archipiélago vacío condujo a las acusaciones de una población implantada, pero por supuesto, las personas de cualquier nacionalidad que llegaran a las Falkland habrían sido colonos, ante la ausencia de una población nativa. Y así la población de las Falkland ha crecido y prosperado. Somos un pueblo con nuestro propio y singular pasado y nuestra propia y singular cultura que se alimenta de los legados diversos y compartidos de las nacionalidades que se han establecido aquí.

Tanto la Carta de las Naciones Unidas como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales salvaguardan el mismo principio clave: “Todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación; en virtud de este derecho, determinan libremente su condición política y persiguen libremente su desarrollo económico, social y cultural”. Las personas de las Islas Falkland somos exactamente eso: somos un pueblo. Hay algunos, tal vez incluso en esta misma sala hoy, que podrían hacerles creer que no somos un pueblo; pueden plantear la idea que los Isleños son un grupo de personas en un lugar, pero que eso no equivale a ser un pueblo.

Esto yo lo rebato.

Nosotros somos un pueblo.

Mi propio legado es principalmente escocés, aunque hay un poco de escandinavo en mi árbol genealógico. Mi ahijado es malasio, escocés, chileno e Isleño, por partes iguales. No me identifico con la vida en Inglaterra porque no crecí ahí; no me identifico como inglesa porque no nací en Inglaterra. Soy de las Islas Falkland; y también lo son mis pares. Tenemos derecho a participar en la toma de decisiones sobre nuestro propio futuro. Cada hombre, mujer y niño en el mundo tiene ese derecho.

Las Islas Falkland son una sociedad justa y democrática. Se celebran elecciones generales cada cuatro años para elegir a nuestra Asamblea Legislativa, la que está compuesta de ocho miembros. Son elegidos, democráticamente, desde la comunidad a la que se presentan para servir. La reforma constitucional del 2009 delegó más poder de autonomía a la Asamblea Legislativa. Estas ocho personas aprueban nuestras leyes, deciden las políticas de nuestro Gobierno y dirigen nuestro país. Aun cuando las leyes que el Gobierno redacta y aprueba puedan seguir los principios de otras sociedades desarrolladas, éstas son nuestras, para nuestras Islas y nuestra comunidad. El Gobierno del Reino Unido apoya solamente a las Islas en términos de defensa y relaciones exteriores. Nuestro Gobierno es autónomo.

Lo que les he descrito, damas y caballeros presentes hoy, es un país con un sistema democrático y político que es además libre y justo. Una nación que es autosuficiente económicamente hablando y autónoma internamente. Un país que está orgulloso de apoyar a su gente y de invertir en sus jóvenes. Un país que reconoce y respalda los pactos internaciones y que respeta los principios de los derechos humanos. Les he descrito una nación moderna y vibrante con una población que sabe que lo quiere de la vida y para su futuro.

Señor Presidente, damas y caballeros: ¿Les suena esto a colonia? A mí, no.

La libre determinación es más que un principio internacional potencialmente abstracto; es un derecho humano básico. Es mi derecho, el derecho de mi familia y el derecho de mis pares en la comunidad elegir libremente nuestro propio futuro. Es el derecho a decir “yo elijo esto”. Es el derecho a organizar un referendo libre, justo y democrático y demostrar al mundo que nuestro estatus de territorio británico de ultramar existe por elección y no por colonización.

El Comité Especial de Descolonización de las Naciones Unidas tiene la poco envidiable tarea de erradicar el colonialismo en tiempos modernos. Las dificultades que acarrea tal cometido no le quita en lo absoluto importancia a la misión. Como una joven que ha crecido formada por el principio de la libre determinación de todas las personas, el concepto del colonialismo en la era moderna es difícil para mí de asimilar. No vivo en una colonia. Cada diccionario que he consultado meticulosamente (no solamente en inglés sino que en español también, para ser igualitaria) hace referencia a que una colonia es un territorio bajo la subyugación de una potencia, más grande que el territorio en cuestión; y muy lejos, sin libertad para decidir su propio futuro. Señor Presidente, damas y caballeros, permítanme reiterarlo, yo no vivo en una colonia.

Los miembros de este seminario y también los miembros que asistan a la sesión en Nueva York en unas semanas, habrán escuchado el caso de las Islas Falklands descrito como una “situación colonial especial y particular”, debido a la disputa sobre la soberanía de las islas. Esta es una forma eufemística de decir que en realidad no importa lo que piensen las personas de las Islas Falkland sobre el proceso de descolonización y que en realidad no importa que ya hayamos sido descolonizados. Argentina mantiene su reclamo por las Islas Falklands, así es que es un poquito más fácil decir que las Falklands son una “situación colonial especial” que no puede ser resuelta hasta que se solucione la disputa de soberanía, que abordar los hechos: nosotros no somos una colonia, la libre determinación es un derecho aplicable a las personas de las Islas Falklands y la labor del Comité Especial de Descolonización ha terminado en lo que respecta a las Islas Falklands.

Las personas de las Islas Falklands han hablado, han votado, han viajado a este seminario año tras año para decirles a todos ustedes exactamente lo que les acabo de decir. Nosotros no somos una colonia. Nuestro único deseo ahora es que acepten esta verdad y que nos permitan continuar con el desarrollo de nuestro país y de nuestra sociedad como lo creamos conveniente y decidir nuestro propio futuro como está consagrado en la Carta de las Naciones Unidas.

Señor Presidente, gracias por permitirme dirigirme a este semanario hoy.

(*) Srta. Krysteen Ormond, Jueza de paz. Representante del Gobierno de las Islas Falklands ante el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas