La suspensión de la presidente Dilma Rousseff en Brasil ha disparado una reacción de condena de varios países de la región que se identifican con la izquierda o el Socialismo del siglo XXI que promocionaba el ex líder venezolano Hugo Chávez y sus sucesores aunque muy escorados por propia incompetencia de parte de sus sucesores en Venezuela.
Empero si bien empresarios y analistas económicos de Paraguay han coincidido en que el cambio político será beneficioso para la recuperación de la credibilidad del Brasil y de su dinamismo económico, lo que tendrá impacto positivo sobre toda la región, en particular sobre el alicaído intercambio comercial entre los países que integran el Mercosur, esa visión optimista acerca de las futuras relaciones se ve empañada por una sombra de duda con motivo de la nominación de José Serra como ministro de Relaciones Exteriores.
En efecto según puntualizan los medios de Asunción, ha sido más que reiterada la pública desafección hacia el gobierno del presidente Horacio Cartes y el Mercosur.
Vale decir, contra el Paraguay, directa e indirectamente, lo cual podría afectar negativamente la futura agenda entre ambos gobiernos, con una diplomacia abiertamente anti paraguaya por parte de Itamaraty, peor que la sustentada bajo el gobierno de la presidenta Rousseff.
Al respecto los medios de Paraguay recuerdan que en un seminario sobre contrabando realizado el año pasado en São Paulo, el flamante ministro de Relaciones Exteriores, José Serra, calificó al presidente Horacio Cartes de ser el principal contrabandista de cigarrillos que ilegalmente entran en Brasil, enfatizando que el mismo (Horacio Cartes Jara) era propietario de una fábrica que producía dichos cigarrillos.
Además, Serra calificó a la usina hidroeléctrica binacional de Itaipú como “filantropía brasileña”, cuando es bien sabido que la mitad de la electricidad generada en la usina y que corresponde a Paraguay, y el 90% del total es consumido por Brasil a precio miserable indexado como “compensación”, eufemismo que disimula el escamoteo en el único emprendimiento binacional que Brasil tiene hasta ahora con un país limítrofe.
El ministro Serra tampoco ve con buenos ojos el Mercosur. “El Mercosur fue un delirio megalómano, y las miradas se cruzaban entre los gobiernos que buscaban promover una unión aduanera entre Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay. ¿Usted sabe qué es una unión aduanera? Es una renuncia a la política comercial de la soberanía”, dijo el 4 de marzo del año pasado.
Pero los medios de Asunción también puntualizan que de mantener Serra esta óptica crítica en su gestión como jefe de la diplomacia de su país, su voz no tendrá el peso que históricamente tuvo Brasil en el mundo como el país líder de la América del Sur. Aunque el Paraguay es incapaz de influir en la diplomacia brasileña, no por eso debe dejar de insistir en la justa relación comercial que prescribe el Tratado en Itaipú, especialmente en lo relativo a la energía paraguaya que el Brasil se lleva a vil precio. Por otra parte, debe seguir reclamando que Mercosur retorne a los objetivos primigenios de su creación, con énfasis en lo económico antes que en lo político, a diferencia de lo que ha venido ocurriendo, con énfasis en lo ideológico.
Es de esperar, pues, que ahora que el gobierno paraguayo no tiene diferencias ideológicas o políticas con el nuevo Gobierno de Brasil, la relación bilateral entre ambos países socios sea más fructífera. De hecho, el Gobierno paraguayo apuesta a que el éxito económico y político que el presidente Temer pueda lograr en su país tendrá un efecto positivo para el Mercosur y para el Paraguay, siempre y cuando el ministro José Serra no cometa el desatino de llevar a su alto cargo los prejuicios asumidos, por alguna razón, en el pasado.
La posición del gobierno de Paraguay respecto al gobierno de Temer en tanto dure la suspensión de Rousseff ha sido muy clara: ”no interferir en cuestiones internas de otros Estados”. En realidad, lo que el canciller Eladio Loizaga expresó con directa franqueza diplomática es que el gobierno paraguayo desea cultivar con el gobierno del presidente Temer una constructiva relación buscando acomodar intereses y objetivos, tanto dentro del Mercosur como en Itaipú.