La presidenta de Brasil Dilma Rousseff quiere enfrentar rápidamente el juicio político iniciado en su contra, y su ministro de Hacienda, Joaquim Levy, hasta lo considera positivo para despejar la tormentosa incertidumbre sobre su economía.
El oficialismo se considera capaz de bloquear el proceso contra Rousseff pero una luz amarilla se encendió en sus filas este viernes: el ministro de Aviación Civil, Eliseu Padilha, considerado cercano al vicepresidente Michel Temer, eventual sucesor de Rousseff, habría renunciado por desacuerdos.
Empero la actitud de Temer, líder del poderoso partido PMDB, en todo este proceso de deterioro político llama la atención y no necesariamente coincide con el grueso de su partido.
Las especulaciones divulgadas en la prensa local están alimentadas con el mutismo de Temer, quien no ha dicho ni una palabra desde que hace dos días el presidente de la Cámara de Representantes, Eduardo Cunha, también del PMDB, dio inicio al proceso de impeachment contra Rousseff.
El PMDB es pieza clave para la gobernabilidad con su bancada de legisladores tan grande como variopinta, al extremo que incluye a desafectos con el gobierno como el propio Cunha.
La presidenta dijo que dará su batalla, “por la salud de la democracia” . “Debemos defenderla contra el golpe” , dijo durante una ceremonia ante funcionarios de la salud que devino en un acto político en el que se escucharon consignas como “No al golpe” y “Fuera Cunha”.
La mandataria no ha sido involucrada directamente en actos de corrupción, pero un grupo de juristas pidió someterla a juicio político por autorizar gastos públicos adicionales sin permiso previo del Congreso.
El pedido fue admitido por Cunha, quien a su vez es investigado por supuestamente esconder en bancos suizos dinero proveniente del millonario esquema de corrupción descubierto el año pasado en Petrobras.
Para el gobierno y miembros del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) , Cunha resolvió ir contra Rousseff cuando advirtió que perdería su batalla en el Consejo de Ética de la Cámara, que le juzga por haber mentido sobre sus cuentas en el extranjero y podría acabar con su mandato.
Ministros, legisladores y el ex presidente Lula da Silva fueron desplegados para acelerar un proceso que puede llevar varios meses, justamente cuando Brasil camina hacia su peor recesión en 85 años y Rousseff tiene una popularidad de apenas 10% a solo 11 meses de haber comenzado su segundo mandato.
En una entrevista con el canal GloboNews, el Ministro de Hacienda, Joaquim Levy, dijo este viernes que el inicio del proceso de juicio político puede ser positivo para la economía.
“Esa cuestión del impeachment, lo que va a hacer es dar más claridad. En vez de que quede como una amenaza colgada, la enfrentamos”, dijo.
El gobierno confía en que salvará a Rousseff. Cree contar con los 172 votos requeridos para impedir que el plenario de la Cámara de Representantes logre separar del cargo a Rousseff e iniciar el juicio de destitución. Dirigentes opositores han dado señales de que no tienen mayoría. Empero calculan que cuanto más se extienda el tema, mayor será el desgaste de Rousseff pues el horizonte económico se vislumbra cada día más complicado y es previsible que comiencen protestas callejeras.
“Hacemos ahora el carnaval del impeachment y después hacemos el impeachment propiamente dicho” , dijo el diputado opositor Rodrigo Maia, para quien la votación del juicio político debería realizarse a partir de febrero.