Los bancos brasileños han aprovechado la crisis para elevar las tasas de interés que cobran a sus clientes y ya llegan a pedir una media del 414,3% anual en los pagos con tarjeta de crédito, informó el Banco Central. Los intereses sobre préstamos cobrados a las personas físicas alcanzaron en septiembre una media del 62,3% anual, lo que supone un aumento de 13,1% en los últimos doce meses.
Este gran aumento contrasta con la subida de los tipos oficiales, que ha sido de tres puntos porcentuales en el mismo período, en un intento del Banco Central de moderar la inflación.
En el segmento de las tarjetas de crédito, en el que los bancos sacan más provecho, los intereses se han disparado un 10,8% en septiembre y un 102,3% en los últimos doce meses, hasta el 414,3% anual.
Un estudio de la asociación de consumidores Proteste señala que los intereses en Brasil superan con creces a los de la mayoría de países de América Latina, donde se cobran tasas de entre el 25% y el 40% por el uso de las tarjetas de crédito.
La coordinadora institucional de Proteste, María Inés Dolci sostiene que “no hay motivos” para que en Brasil los bancos cobren tasas tan elevadas. “Con la crisis es normal que suban los intereses, pero es evidente que los bancos están viendo una oportunidad y están atizando al bolso del consumidor”, comentó.
Proteste defiende que se limiten por ley los intereses cobrados por los bancos y propone que para las tarjetas de crédito se fije un máximo del 21,62% por encima de la tasa de intereses oficial, que es del 14,25%.
El argumento más usado por los bancos para justificar los diferenciales que cobran a sus clientes es el empeoramiento de las tasas de morosidad, que han subido paulatinamente hasta el 3,9% para las personas físicas.
El alza de los intereses ha ayudado a los bancos brasileños a registrar sucesivas cifras récord de beneficios a pesar de que el país está sumergido en una recesión.
Teniendo en cuenta sus últimos balances semestrales, el beneficio neto ajustado del Itaú, el mayor banco privado del país, subió un 3,91% con respecto al mismo período de 2014; el del Bradesco, un 20,6%; el del Santander, un 15,5% y el del estatal Banco do Brasil, un 15,5%.
Mientras tanto, el encarecimiento del crédito ha tenido un efecto negativo en el consumo, que era uno de los principales motores de la economía brasileña y está registrando sus peores números en una década. Esto se ve reflejado en el descenso de las ventas minoristas, que acumularon una caída del 3% en términos de volumen en los ocho primeros meses del año.