La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, comenzó a mover fichas en el gobierno de cara a la reforma ministerial prevista a ser anunciada en los próximos días y anticipó este jueves la salida del titular de Educación, Renato Janine Ribeiro.
El ministerio de Educación confirmó en un comunicado que Janine Ribeiro dejará la cartera después de poco más de cinco meses en el cargo, aunque no anunció el nombre de su sustituto. No obstante, según medios de comunicación locales, esa cartera será ocupada por el actual ministro de la Casa Civil (Presidencia) , Aloizio Mercadante.
El martes, el Gobierno también confirmó que Arthur Chioro dejará el Ministerio de Salud, sin desvelar el nombre del próximo titular de la cartera.
Rousseff ha estado inmersa en las últimas semanas en intensas negociaciones políticas dirigidas a reducir de 39 a 29 el actual número de ministerios, con lo cual pretende reforzar la disminución del gasto y fortalecer a determinados partidos, como el del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) , para garantizar su apoyo en medio de varios desencuentros.
La reducción del número de ministerios, que aumentó a 39 durante la última década, es exigida desde hace años por la oposición, según la cual esos despachos han sido usados para satisfacer a los integrantes de la variopinta coalición política que respalda a Rousseff, quien la heredó de su antecesor y padrino político, Luiz Inácio Lula da Silva.
La base de apoyo al Gobierno está encabezada por los partidos de los Trabajadores (PT), de Rousseff, y el PMDB, que lidera el vicepresidente Michel Temer. A esos dos grupos, se suman los partidos Republicano Brasileño (PRB) , de la República (PR) , Progresista (PP) , Comunista de Brasil (PCdoB) , Republicano del Orden Social (PROS) y Social Democrático (PSD).
Hasta inicios de este mes también estaban en esa coalición los partidos Laborista Brasileño (PTB) y Democrático Laborista (PDT), cuyos parlamentarios se declararon “independientes” en rechazo a un duro ajuste fiscal impuesto por el Gobierno para hacer frente a la delicada situación de la economía.
Según los analistas del sector privado, la economía brasileña se contraerá este año un 2,7%, mientras que en 2016 se espera una caída del 0,8%. A este escenario se suma una inflación al alza, en su mayor tasa desde 2003, un aumento del desempleo y unas tasas de intereses en sus mayores niveles en varios años.