Latinoamérica ha entrado en un periodo “sombrío” en inversiones extranjeras directas, con un marcado descenso en los flujos dirigidos a las industrias extractivas, anunció el Organismo de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo, UNCTAD.
La tendencia, que puede persistir, debe ser la oportunidad para reflexionar sobre la experiencia que dejan veinte años de corrientes de inversiones foráneas que ayudaron a impulsar un crecimiento económico que ahora se ralentiza en la región, según el informe anual sobre inversiones de la entidad.
El secretario general de la UNCTAD, Mukhisa Kituyi, explicó en una rueda de prensa en Ginebra que hay varias razones que explican ese comportamiento de las inversiones extranjeras, como la disminución del 72% de las fusiones y adquisiciones transfronterizas en Centroamérica y el Caribe.
En ambas regiones, las inversiones representaron entradas por 39.000 millones de dólares en 2014, lo que supuso una disminución del 36% y la “vuelta a valores normales” de inversiones tras los niveles inusitadamente altos registrados un año antes.
Otra razón esencial para el bajón de las inversiones ha sido la caída en los precios de las materias primas, lo que a su vez redujo el atractivo de las actividades extractivas en América del sur.
En el conjunto de países sudamericanos, las inversiones disminuyeron en 2014 un 4% por segundo año consecutivo y totalizaron los 121.000 millones de dólares. Todos los grandes receptores de inversiones extranjeras directas, con la excepción de Chile, registraron un crecimiento negativo.
En Brasil, el descenso de los flujos fue ligero, pero ocurrió por tercer año consecutivo. Pese a todo, fue el primer destino de inversiones en la región, con entradas por 62.000 millones de dólares el año pasado (-2%).
Esa aparente estabilidad, sin embargo, oculta diferencias importantes pues las inversiones en el sector primario disminuyeron un 58%, lo que estuvo compensado por aumentos en la manufactura (5%) y los servicios (18%).
Chile fue el país con mayor inversión directa en la región, con un incremento del 71% de sus inversiones, que sumaron los 13.000 millones de dólares. También recuperó su posición como segundo mayor destino de inversiones en Latinoamérica, que aumentaron 38% el año pasado, hasta los 23.000 millones de dólares.
México se ubicó como el tercer mayor receptor de inversiones extranjeras directas, a pesar de que las entradas se redujeron casi a la mitad (23.000 millones de dólares) , por una disminución marcada en las ventas transfronterizas.
En relación al recorte de inversiones en la industria extractiva, los principales afectados fueron Argentina (-42%) , Perú (-18%) y Venezuela (-88%) .
A pesar de una caída del 21%, Colombia mostró estabilidad gracias al aumento de inversiones en manufacturas, finanzas, transportes y comunicaciones.
En Panamá, las entradas se mantuvieron en torno a los 5.000 millones de dólares, después del auge provocado por la ampliación del Canal de Panamá. En la vecina Costa Rica, las corrientes inversoras disminuyeron un 21%, hasta los 2.100 millones de dólares, por el cierre de una fábrica de Intel y de las operaciones comerciales del American Bank.
Por su parte, República Dominicana consiguió un aumento del 11% en el ingreso de inversiones extranjeras directas, que alcanzaron 2.200 millones de dólares, gracias a mayores recursos dirigidos a las zonas francas.