El ministro de economía argentino Axel Kicillof expuso el miércoles al mediodía en ante el Comité ad hoc sobre Procesos de Reestructuración de Deuda Soberana de las Naciones Unidas.
En el marco de una iniciativa de países en vías de desarrollo para lograr un mecanismo internacional que se aplique a las renegociaciones de deuda soberana y que impida el accionar especulativo de los fondos de inversión o 'buitre'.
La iniciativa, surgida justamente a partir de los problemas que le genera a Argentina el conflicto con los holdouts en Estados Unidos y el bloqueo que impuso el juez Thomas Griesa para tratar de obligar a la Argentina a pagarles a esos fondos de inversión el total que les reconoció la Justicia norteamericana por sus bonos defaulteados en 2001, es impulsada por el G77+China.
La propuesta argentina que se hizo pública en febrero y comprende el establecimiento de un Mecanismo de Reestructuración de Deuda Soberana a nivel multilateral y la constitución de una Comisión de Supervisión del proceso integrada por tres Estados que participarían de forma voluntaria, lo que, según el Gobierno, permitiría el compromiso de la comunidad internacional en aspectos clave del proceso.
“Las deudas de los países deben tratarse en ámbitos que representen a todos los países”, remarcó Kicillof, luego de explicar la historia de las deudas externas contraídas por los países emergentes a través de los años.
A partir de ahí el ministro de Economía argentino se descargó contra los fondos 'buitre' a los que definió como “pequeños fondos especulativos financieros que intentaron poner en jaque a la Argentina y tratan de trabar la reestructuración de deuda del país”.
“Si no entendemos la historia de la deuda soberana, no podemos entender cómo los fondos buitres se convirtieron en trabas para las deudas de algunos países”, sostuvo.
En su exposición, Kicillof habló de las deudas post Segunda Guerra Mundial, los convenios de Bretton Woods, la crisis del petróleo de principios de los 70 y los petrodólares, los cambios en las tasas de interés de fines de esa década, las crisis de deuda de los 80 (y el riesgo de que se repita ahora un fenómenos similar), el Plan Brady, la crisis del 2000 (que atribuyó a la “privatización” de las deudas soberanas) y, por último al crecimiento de “los denominados fondos buitre” especialmente a partir de los 90, “cuando la deuda de los países se transformó en bonos”.
“Muchos países sufrieron el ataque de los fondos buitre y muchos sucumbieron y decidieron pagar rentabilidades siderales para intentar apagar la enfermedad que promueven estos tipos de fondos”, comentó antes de retomar el discurso histórico con la descripción del default del 2001.
Los fondos 'buitre' “dinamitan la capacidad de llevar adelante un proceso de reestructuración” de deuda y “nunca alcanzarán los anticuerpos” para combatirlos si no se toman medidas a nivel multilateral. Se extendió entonces en el proceso judicial en EEUU que les dio la razón a los holdouts contra la Argentina con un fallo que según él “no está bien desde la filosofía de la humanidad”.
Entonces alertó que existen “900 billones de dólares de deuda emitida alrededor del mundo que está en riesgo de ser atacada por los fondos buitre, más allá de las nuevas cláusulas, y eso es preocupante” porque “es imposible reestructurar una deuda bajo las condiciones” creadas a partir de la interpretación del pari passu que hizo la Justicia norteamericana porque, dijo, “con esta interpretación, nadie aceptará un proceso de reestructuración”.
Tras agradecer a las Naciones Unidas porque “comprendió esta dificultad y decidió intervenir en un problema que tiene que ver con el desenvolvimiento de la economía mundial en este tiempo”, exhortó: “Hay que establecer un marco jurídico multilateral” que sirva “para recuperar incumbencia e intervención en problemas centrales del buen desempeño del sistema financiero internacional” y evite que los países puedan ser “atacados por minúsculos grupos financieros que intentan impedir que un pueblo pueda recuperarse”.