La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, negó este jueves que pretenda promover una reforma en el gabinete para enfrentar la crisis económica y política del país, tras la renuncia del ministro de Educación, Cid Gomes, por una acalorada discusión.
“(La prensa) está creando una reforma ministerial que no existe. Haré alteraciones puntuales. No tenía la perspectiva de alterar nada ni a nadie, pero las circunstancias me obligan a hacerlo, como fue el caso del Ministerio de Educación”, afirmó la jefe de Estado.
En una rueda de prensa que concedió tras una ceremonia en el Palacio del Planalto, Rousseff abordó la nueva situación generada sobre la salida del ministro Gomes, quien dejó el cargo el miércoles por la noche luego de poco más de dos meses en el cargo.
Según dirigentes políticos citados por diferentes medios, Rousseff pretendía aprovechar la sustitución del ministro de Educación para emprender una reforma mayor del gabinete que le permita fortalecer su gestión ante la actual coyuntura adversa.
La presidenta, que asumió en el 1 de enero pasado su segundo mandato de cuatro años tras haber sido reelegida en octubre de 2014, puso en funciones hace solo dos meses y medio un gabinete en el que tienen representación los cerca de diez partidos que apoyan su Gobierno.
Las versiones negadas por la mandataria indican que su antecesor y padrino político, el ex-presidente Lula da Silva, le recomendó cambiar a su actual ministro de la Presidencia, Aloizio Mercadante, y a los titulares de las carteras responsables por las negociaciones con el Congreso.
“No habrá reforma ministerial. Incluso porque eso es una panacea. Cambiar los ministros no resuelve los problemas. Lo que resuelve es lo que estamos haciendo, que es poner en práctica las medidas necesarias para hacer frente a los problemas”, dijo la mandataria.
La presidenta aseguró que anunciará al nuevo ministro de Educación lo más rápido posible y dio a entender que prefiere un colaborador con un perfil más técnico que pueda poner en práctica las reformas que defendió en la campaña electoral del año pasado.
“Quiero escoger a una persona que sea buena para la educación y no a una persona de este u otro partido”, afirmó.
Gomes, ex-diputado y ex-gobernador del estado nororiental de Ceará sin experiencia en el área educativa, fue incluido en el gabinete del segundo mandato de Rousseff como la cuota del Partido Republicano del Orden Social (PROS) , una de las formaciones que apoyó la reelección de la mandataria.
El ministro renunció el miércoles después de protagonizar una acalorada discusión en la Cámara de los Diputados con legisladores de la base oficialista, a los que acusó de crearle dificultades al Gobierno y de votar alineados con la oposición para sacar provechos personales.
Las declaraciones provocaron una acalorada discusión en la Cámara Baja y amenazas de algunos diputados de realmente alinearse con la oposición si el ministro no fuese destituido.
Las versiones sobre la posible reforma ministerial coincidieron con la divulgación de una encuesta del instituto Datafolha que mostró el miércoles que la tasa de aprobación del Gobierno de Rousseff cayó al 13 %, un nivel mínimo considerado histórico para un presidente brasileño a comienzos de mandato. El sondeo apuntó que el índice de reprobación subió al 62%.
El actual escenario también se produce luego del impacto de las protestas del pasado domingo, en las cuales unos dos millones de brasileños salieron a las calles de decenas de ciudades para manifestar su rechazo al Gobierno y a la corrupción, especialmente por el gigantesco escándalo en la empresa estatal Petrobras.
Además de la crisis política provocada por este caso, las protestas ciudadanas, las tensas relaciones con el Parlamento y el rechazo a las medidas de ajuste fiscal anunciadas por el Gobierno a comienzos de año, Rousseff tiene que hacer frente a un panorama económico que se presenta negativo.
La economía brasileña está estancada y puede sufrir una contracción del 0,7% este año, según las últimas proyecciones del mercado financiero; las cuentas públicas registraron un déficit histórico en 2014; la inflación interanual hasta febrero avanzó 7,7%, su mayor nivel en diez años; el dólar escaló a su mayor nivel en doce años y el desempleo comenzó a crecer en los últimos meses.