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Invasión argentina de Falklands, impidió una 'solución irreversible' para Gibraltar

Sábado, 24 de enero de 2015 - 08:38 UTC
El embajador Cuenca recuerda que el 3 de abril de 1983 se iba a firmar la Declaración de Sintra, pero el 2 de abril Argentina invadió las Falklands. El embajador Cuenca recuerda que el 3 de abril de 1983 se iba a firmar la Declaración de Sintra, pero el 2 de abril Argentina invadió las Falklands.
”La guerra de Malvinas absorbió toda la atención de la señora Thatcher y del Gobierno británico y de Gibraltar nunca más se supo”, declaró. ”La guerra de Malvinas absorbió toda la atención de la señora Thatcher y del Gobierno británico y de Gibraltar nunca más se supo”, declaró.

De no haber sido por la invasión argentina en 1982 de las Islas Falklands/Malvinas, y la guerra que la sucedió, España podría haber alcanzado mediante negociaciones, “una solución irreversible' a la disputa de Gibraltar con Gran Bretaña, reveló un diplomático, académico y escritor español José Cuenca en su reciente libro ”De Adolfo Suárez a Gorbachov. Testimonios y confidencias de un embajador”.

 Cuenca ingresó al servicio diplomático de España en los años sesenta y admite con orgullo haber vivido experiencias muy fuertes y reconfortantes durante su larga carrera como ser testigo primera mano de la transición española de dictadura a democracia y la perestroika en la entonces Unión Soviética e igualmente las negociaciones para la liberación, sanos y salvos, de 38 pescadores españoles capturados por el Frente de Liberación Polisario en el norte del África.

Otro aspecto poco conocido que se rememora en el libro son las negociaciones de 1982 con Reino Unido, en las que participó en calidad de director general para Europa y Asuntos Atlánticos, para intentar solucionar el contencioso sobre Gibraltar, concretamente lo que él llama la “no nata declaración de Sintra”.

“Nos íbamos a reunir en Sintra el 3 de abril del 82 sábado”, explicó. “El día 2 teníamos preparado ya el documento para firmarlo, estábamos de acuerdo las dos partes en poner en marcha un mecanismo, una dinámica irreversible para resolver el conflicto de Gibraltar, no inmediatamente, pero sí poner en marcha esa dinámica de solución”, prosiguió.

No obstante, el viernes le llamó por teléfono el embajador de España en Nueva York, para transmitirle un mensaje; “Pepe, acaba de comenzar la invasión de las Malvinas”. “Eran las once de la mañana, había Consejo de Ministros, yo llamé al Consejo de Ministros y dije: ministro (Pérez Llorca), acaban de llamar de Nueva York, ha empezado la invasión de las Malvinas, por tanto mañana no hay reunión en Sintra ni hay acuerdo, ni hay papel ni hay nada”, recordó.

“Eso sucedió así, en la vida internacional también hay que tener suerte. Cuando teníamos todo preparado, pues pasó eso, ¿y qué es lo que sucedió? Pues que el ministro Lord Carrington fue inmediatamente destituido, el tema de las Malvinas absorbió toda la atención de la señora Thatcher y del Gobierno británico y de Gibraltar nunca más se supo”, declaró.

“No soy tan ingenuo como para pensar que la señora Thatcher nos iba a regalar Gibraltar al día siguiente, pero sí estoy convencido de que ese papel (la declaración de Sintra) iba a poner en marcha el proceso irreversible para la solución irreversible, de eso sí estoy convencido”, lamentó.

En cuanto a lo medular del libro, su amistad y confidencia con dos líderes que cambiaron la historia de dos países europeos, Aldolfo Suárez en España y Mijail Gorbachov en la ex Unión Soviética, resulta muy esclarecedor.

“No soy amigo de hacer paralelismos ni de comparaciones” sobre los procesos aperturistas español y ruso, pero “es verdad que Gorbachov estuvo siempre muy interesado en la transición española”, afirma Cuenca.

“Se le dijo siempre, concretamente fue Felipe González, que la Transición española era completamente diferente, que no intentase seguir el ejemplo español, porque la realidad histórica, económica geográfica era enteramente diferente”, recordó. En todo caso, en lo que sí coincidieron los dos líderes mencionados en el título del libro es en que “ambos fueron dos grandes hombres que cambiaron su país para mejor”.

Suárez y Gorbachov también coincidieron en el hecho, más particular, de que los dos entablaron una fuerte amistad personal con Cuenca (embajador en Moscú entre 1986 y 1992), a quien incluso solicitaron que relatara las dos experiencias históricas en sendos libros de memorias.

“Usted ha sido el único embajador occidental que ha vivido durante más de cinco años la ascensión, la crisis y el final de la Perestroika”, le dijo Gorbachov, citado en el libro. En cuanto a Suárez, el ex presidente le confesó en 2001 que padecía lesiones cerebrales irreversibles y le rogó que se pusiera manos a la obra cuanto antes porque, en caso contrario, él no ya podría ayudarle con sus testimonios.