Los esfuerzos de Brasil por reducir su deuda se trasladarán a una renovada confianza de los inversores y ofrecerán espacio para continuar con las políticas de disminución de la pobreza en los próximos años, dijo el futuro ministro de Hacienda Joaquim Levy.
Levy afirmó en un video divulgado en la página de Facebook de la presidencia de Brasil que una lenta recuperación de la economía permitirá al Gobierno registrar un superávit presupuestario primario equivalente al 1,2 por ciento del PIB el próximo año.
El superávit, exceso de ingresos sobre gastos antes de pagos de deuda, se incrementará a al menos un 2% en los años siguientes, destacó.
“Estabilizar y recortar nuestra deuda es crucial para crear la confianza necesaria a fin de reactivar el crecimiento y la actividad económica, y para generar los recursos que el Gobierno necesita para continuar con sus políticas de inclusión social”, dijo Levy. No estaba claro cuándo fue grabado el video.
La capacidad de Levy para controlar los gastos públicos, que han subido muy por encima de la inflación anualizada en los últimos años, es clave para que Brasil recupere la confianza de los mercados y aleje el riesgo de perder su grado de inversión entregado por agencias de calificación ahora escépticas sobre el desempeño financiero del país.
Standard & Poor’s rebajó la nota de Brasil al menor nivel de grado de inversión en marzo.
La mayoría de los inversores concuerda en que Levy y sus colegas en el equipo económico de la presidenta Dilma Rousseff – como el recientemente anunciado ministro de Planificación Nelson Barbosa y el actual presidente del Banco Central Alexander Tombini – lanzarán un plan de varios años para reducir el gasto público.
Sin embargo, creen que los funcionarios no llegarán a aplicar las reformas del mercado laboral, de pensiones y tributaria necesarias para poner a Brasil de nuevo en el camino del crecimiento sostenible y de largo plazo.
El predecesor de Levy, el saliente ministro Guido Mantega, intentó revertir la desaceleración de la actividad en Brasil concediendo exenciones impositivas a las empresas e inyectando miles de millones de dólares a bancos estatales para alentar el crédito.
Las costosas políticas fiscales de Mantega erosionaron las cuentas fiscales y dejaron al país al borde de su primer déficit presupuestario primario en dos décadas.
Levy afronta una severa liquidez en el presupuesto, donde nueve de cada 10 reales de los fondos están dirigidos a gastos obligatorios constitucionales. Durante su campaña, Rousseff prometió no revertir ninguno de los programas sociales que llevaron al poder al Partido de los Trabajadores en el 2003.