Por Damián Argul
La combinación de playa y casino ha sido y es, una fórmula exitosa desde los albores de la Industria Turística, tal cual la conocemos hoy día. Originada es las costas de Francia, contaron con el sol y la playa como elemento primario complementado luego por grandes y lujosos casinos, sin olvidarnos del efecto glamour, palabra que mantiene hoy día su total vigencia y no debería ser olvidada por los actuales planificadores de turismo.
Como todo en este mundo esta fórmula necesita más complementos, para afrontar una cada vez mayor competencia y un perfil de turista que, como dice Antonio Garzón, experto en turismo, nacido en Las Palmas de Gran Canaria: “Las expectativas del cliente han evolucionado con el tiempo, y determinados modelos de sol & playa se pueden quedar estancados en otra época.
Lo que está sucediendo en Atlantic City, nos obliga a estas reflexiones sin dejar de pensar en el turismo de estas latitudes. Situada a 155 kilómetros de ese gran centro emisor que es Nueva York, Atlantic City cuenta con playas, casinos y dotada de una importante infraestructura de grandes hoteles y un Centro de Convenciones de 46 mil metros cuadrados inaugurado en 1997.
Pues bien, pese todo eso, la ciudad afronta un momento de decadencia expresado por el anunciado cierre de varios hoteles, que dejarán en la calle a miles de trabajadores y el Centro de Convenciones convertido en un centro de acogida y ayuda para los desocupados.
En estos últimos tiempos ya han cerrado algunos casinos como el emblemático Showboat y el fastuoso Revel que costó 2 mil millones de dólares, y en los próximos días lo hará nada menos que el Trump Plaza.
Pero el cierre que más ha conmovido a la comunidad de Atlantic City y al turismo en general ha sido el del ya mencionado Revel, inaugurado hace solamente dos años, que con sus 1,399 habitaciones ubicadas en un edificio de cristal de 57 pisos y todos los servicios imaginables, se esperaba fuera un elemento dinamizador para la ciudad.
Al respecto, Richard McGowan, profesor de economía de la Universidad de Boston y experto en la industria del juego afirmó en el diario El País de Madrid: “La gran lección que nos ofrece Atlantic City es que no se puede depender sólo del juego si quieres atraer turistas. En Las Vegas, por ejemplo, sólo el 50% de sus ingresos procede del juego. El resto lo aportan los espectáculos, las tiendas y los restaurantes”, añade McGowan.
“Atlantic City tiene que ofrecer algo más, porque ya hay más sitios para jugar en la región.”
Vale la pena aclarar que Atlantic City continúa operando con un puñado de grandes casinos, pero la crisis ha golpeado fuerte dentro y fuera de ellos, siendo incierto su futuro.
Es una realidad que los casinos se han multiplicado en los Estados Unidos merced a las concesiones otorgadas a los enclaves de los nativos americanos, al igual que en otras partes del mundo, pero también se han multiplicado las playas ofrecidas al turismo, los parques de atracciones, los museos, los festivales, las ofertas gastronómicas y todo lo que sirva para movilizar turistas desde y hacia cualquier rincón de nuestro planeta.
El ejemplo de Atlantic City sirve entonces para que destinos turísticos no se duerman en los laureles y se adecuen a los requerimientos de un viajero cuyos gustos y preferencias también evolucionan.