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El Papa pide paz y diálogo para Siria, y condenó a fabricantes de armas

Lunes, 26 de mayo de 2014 - 12:35 UTC
“Las raíces del mal están en el odio y la codicia por el dinero. Esto nos debe hacer pensar”, afirmó Francisco “Las raíces del mal están en el odio y la codicia por el dinero. Esto nos debe hacer pensar”, afirmó Francisco

El Papa Francisco afirmó en Betania, Jordania, que el odio y la codicia del dinero son la raíz de la guerra y acusó de la continuación de la guerra en Siria a todos aquellos que negocian con los conflictos y fabrican y venden armas.

 En un discurso ante cerca de 600 personas que abarrotaban la iglesia levantada en el sitio donde la historia sitúa el bautismo de Jesús, el pontífice pidió a los presentes “que busquen en su corazón una palabra para que esta pobre gente se convierta”, e instó a la comunidad internacional a ayudar a Siria a salir del conflicto.

“Las raíces del mal están en el odio y la codicia por el dinero. Esto nos debe hacer pensar”, afirmó Bergoglio, quien pidió que “prevalezca la razón” para que pueda volver a reinar la paz en Siria “con la ayuda internacional”.

El pontífice, que volvió a salirse del guión establecido, subrayó asimismo que el diálogo es la única vía para solucionar la guerra fratricida en Siria y solicitó a todas las partes implicas que se avengan a negociar.

“Me dirijo a la comunidad internacional para que no deje sola a Jordania ante la emergencia humanitaria que se ha creado con la llegada de un número tan elevado de refugiados, sino que continúe e incremente su apoyo y ayuda. Y renuevo mi vehemente llamamiento a la paz en Siria”, subrayó.

“Que cese la violencia y se respete el derecho humanitario, garantizando la necesaria asistencia a la población que sufre. Que nadie se empeñe en que las armas solucionen los problemas y todos vuelvan a la senda de las negociaciones”, recalcó ante refugiados sirios, cristianos y musulmanes.

Bajo un cálido atardecer a las puertas del desierto, Francisco destacó que “la solución, de hecho, sólo puede venir del diálogo y de la moderación, de la compasión por quien sufre, de la búsqueda de una solución política y del sentido de la responsabilidad hacia los hermanos”.

“El lugar en que nos encontramos nos recuerda el bautismo de Jesús. Viniendo aquí, al Jordán, para ser bautizado por Juan, se mostró humilde, compartiendo la condición humana: se rebajó haciéndose igual a nosotros y con su amor nos restituyó la dignidad y nos dio la salvación”, afirmó.

“Nos sorprende siempre esta humildad de Cristo, cómo se inclina ante las heridas humanas para curarlas. Y, por nuestra parte, nos sentimos profundamente afectados por los dramas y las heridas de nuestro tiempo, especialmente por las que son fruto de los conflictos todavía abiertos en Oriente Medio”, agregó.

Francisco, que minutos antes había rezado de pie a orillas del Jordan y bendijo sus aguas como hicieran sus predecesores, Juan Pablo II y Benedicto XVI, tuvo sus palabras más cálidas para aquellos niños que han tenido que abandonar sus ahogares y refugiarse en Jordania a causa de la guerra civil en Siria.

“Pienso, en primer lugar, en Siria, lacerada por una lucha fratricida que dura ya tres años y que ha cosechado innumerables víctimas, obligando a millones de personas a convertirse en refugiados y a exiliarse en otros países”, afirmó Francisco, a quien dedicaron una salve rociera.

“Agradezco a las autoridades y al pueblo jordano la generosa acogida de un número elevadísimo de refugiados provenientes de Siria y de Irak, y extiendo mi agradecimiento a todos aquellos que les prestan asistencia y solidaridad”, añadió.

“Pienso también en la obra de caridad que desarrollan instituciones de la Iglesia como Cáritas Jordania y otras que, asistiendo a los necesitados sin distinción de credo religioso, pertenencia étnica o ideológica, manifiestan el esplendor del rostro caritativo de Jesús misericordioso”, afirmó.

Francisco, que en el mismo lugar de Maghtas se despidió con un fuerte y cómplice apretón de manos de los reyes de Jordania, también tuvo palabras para los jóvenes, a los que pidió oración y compromiso para crear una sociedad más igual.

“A ustedes jóvenes, les pido que se unan a mi oración por la paz... Les animo a colaborar, con su esfuerzo y sensibilidad, en la construcción de una sociedad respetuosa de los más débiles, de los enfermos, de los niños, de los ancianos”, afirmó.

“A pesar de las dificultades de la vida, sean signo de esperanza. Ustedes están en el corazón de Dios y en mis oraciones, y les agradezco su calurosa y numerosa presencia”, concluyó Francisco, acompañado por el Custodio en Tierra Santa, Pierbattista Pizzaballa, y el Patriarca Latino, Fuad Twal.

Categorías: Política, Internacional.