El candidato de la centroizquierda Luis Guillermo Solís lograría sin problemas ser electo el domingo como presidente de Costa Rica en una segunda vuelta electoral, luego de que su principal rival abandonó la contienda hace semanas. De confirmarse marcaría un nuevo capítulo en la historia política-electoral de la democracia más sólida de Centro América.
Solís, del opositor Partido Acción Ciudadana (PAC) y Johnny Araya, del gobernante Partido Liberación Nacional (PLN), quedaron casi empatados en la primera ronda celebrada el 2 de febrero, pero ninguno alcanzó la mayoría necesaria para alzarse con la victoria.
Sin embargo, a partir de ese momento Solís comenzó a distanciarse en las encuestas, beneficiado por el descontento de la población con el Gobierno de la presidenta Laura Chinchilla, salpicado por escándalos en una nación que por décadas ha sido un oasis de estabilidad en la convulsionada Centroamérica.
Una encuesta realizada el mes pasado por la Universidad de Costa Rica colocó a Solís con un 64.4% de intención de voto y a Araya con 20.9%. La situación, sumada a la falta de recursos, llevó a Araya, un ex alcalde de la capital, a abandonar la contienda dejando el camino libre a un partido que llegaría a la presidencia por primera vez.
“En la segunda república, desde 1949 hasta la actualidad, nunca había ocurrido eso”, dijo José Carlos Chinchilla, analista político y director de la Universidad de Costa Rica, pronosticando una sonada victoria para Solís. “La voluntad de cambio es absoluta”, agregó.
Formalmente, Araya continúa en la contienda porque la Constitución no permite renunciar a la candidatura, pero no ha realizado campaña desde el 5 de marzo.
Solís, un académico de 55 años que nunca ha ocupado cargos de elección popular, ha prometido mejorar la infraestructura, instalar un sistema de salud universal y combatir la corrupción.
En su cierre de campaña el domingo, el candidato dijo que la gente tendrá derecho a exigirle respuestas a su partido, cuando llegue al Gobierno. Sin embargo, el nuevo mandatario gobernará con un Congreso dividido, electo en los comicios de febrero, y enfrentará graves problemas con las finanzas del país, cuya creciente deuda equivale a más de la mitad de Producto Interno Bruto (PIB).
Moody’s Investors Service, que ha calificado a Costa Rica un escalón por debajo del grado de inversión, revisó su perspectiva para el país a negativa desde estable en septiembre, citando preocupaciones por sus problemas fiscales.