Panamá ha apelado a la tecnología para combatir la epidemia de dengue que ha causado al menos 13 muertes en los últimos meses, y se apresta a liberar más de 5,7 millones de mosquitos transgénicos entre marzo y agosto próximo.
El experimento, con un costo de 400.000 dólares, ha generado polémica entre algunos científicos locales que alegan que se desconocen los riegos colaterales que puede producir, entre ellos una eventual superpoblación de otros mosquitos más agresivos que el Aedes aegypti, transmisor del dengue.
El director del Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud (Icges), Néstor Sosa, dijo que el “experimento” se desarrollará a partir de marzo próximo en tres comunidades del populoso distrito de Arraiján, ubicado a unos 20 kilómetros al oeste de la capital panameña.
Ese lugar presenta las características ideales para llevar a cabo el proyecto, porque está rodeado de bosques, apartado de otras poblaciones y cuenta con un centro de salud, explicó el científico que dirige el Gorgas.
“La idea es probar la tecnología (...) además de realizar una vigilancia intensiva para conocer el comportamiento del mosquito transgénico”, añadió. La hembra del Aedes aegypti es la transmisora del dengue, y la tarea del mosquito genéticamente alterado será “buscarla, copular y morir”, explicó el científico.
La hembra vector de la enfermedad quedará preñada pero las larvas que produzca no llegarán a adultos, por lo que se reducirá la población de Aedes aegypti, según los científicos.
El insecto que se utilizará en el experimento en Panamá es originario de México y se aplicará la misma técnica que fue desarrollada en la universidad inglesa de Oxford en 2002 y comercializada por la empresa Oxitec, que, según Sosa, ha tenido efectos positivos en Isla Caimán y Brasil.
El experimento en Arraiján se desarrollará entre marzo y agosto, abarcando los últimos meses de la temporada seca y los primeros tres de la lluviosa, y permitirá tener una valoración y un análisis sobre el efecto del proyecto.
“Si observamos que nos hace falta más información para completar nuestro análisis, trataríamos de seguir hasta completar los 12 meses de experimento, que es lo ideal en este tipo de estudio, aunque también habría que valorar los costos”, aseveró Sosa.
El Gorgas producirá en sus laboratorios unos 240.000 mosquitos genéticamente modificados que serán liberados cada semana, para un total de 5.760.000 en seis meses. El programa de liberación consiste en soltar tres veces por semana 80.000 ejemplares.
Sin embargo, Sosa enfatizó que el dengue sólo conseguirá eliminarse con un mayor control de las autoridades y la colaboración total y continua de las comunidades.
“Es mucho más fácil y rápido eliminar los criaderos manteniendo una cultura de limpieza que esperar a que se liberen los mosquitos (genéticamente modificados), porque aún habría que esperar varios meses antes de ver los resultados”, afirmó.
Sobre la posibilidad de efectos colaterales negativos, Sosa reconoció que toda nueva tecnología trae consigo un “riesgo teórico potencial”, aunque en el caso de los mosquitos transgénicos hasta ahora no hay evidencias de su existencia.
Según un estudio de la organización GeneWatch del Reino Unido, difundido en enero pasado en Panamá, el experimento con el mosquito transgénico podría aumentar la presencia del albopictus, un insecto mucho más agresivo que el Aedes Aegypti.
Ese informe indicó que de fracasar el experimento en Arraiján se podría correr el riesgo de transferir rasgos de inmunidad a los mosquitos silvestres. Sosa enfatizó que la tecnología que se utilizará en Panamá se aplica desde 2002 y a “gran escala” en Brasil, y hasta ahora no se ha visto ningún impacto negativo.
Según las estadísticas del Ministerio de Salud sólo en enero de este año se reportaron 1.421 casos de dengue, 13 de ellos graves o hemorrágicos, en Panamá, un país con 3,5 millones de habitantes.