Dilma Rousseff reconoció que la tortura “continúa existiendo” en Brasil y aseguró que el Gobierno se preocupa en crear condiciones para que la Constitución, que expresamente prohíbe que ciudadanos sean sometidos a tortura, se respete.
“A pesar de haber ratificado la Convención de las Naciones Unidas contra la Tortura es necesario reconocer que continúa existiendo en nuestro país”, lamentó durante la 19ª entrega de los Premios de Derechos Humanos celebrado en Brasilia.
Rousseff fue víctima de torturas durante la dictadura brasileña, cuando se involucró con grupos armados que combatieron a los militares que gobernaban entonces Brasil, actividad que le llevó a pasar tres años en prisión.
Durante su discurso, recordó ese episodio de su vida y precisó que la tortura “significa una falta de respeto a la condición humana más elemental de una persona” y que Brasil está “determinado a cambiar este cuadro”.
“El Estado brasileño no acepta, ni aceptará, prácticas de tortura contra cualquier ciudadano”, aseveró. Asimismo, declaró que su Gobierno luchará contra “la lacra” de la violencia contra los jóvenes, “en especial contra negros y pobres de las periferias” de las grandes ciudades.
En la entrega de los premios, donde también estuvo el ex-presidente Lula da Silva y un grupo de jóvenes que se manifestó en contra de la gestión del Ejecutivo, la dirigente apuntó que el país “va a superar ese escenario de mortalidad juvenil”.
“La historia de un gran país no se hace con una juventud siendo objeto de la violencia, se hace con una juventud viva”, añadió al respecto Rousseff, quien explicó que sus programas sociales tienen como objetivo alcanzar “una mayor igualad, más oportunidades y más participación”.
Además, aludió a la Comisión Nacional de la Verdad que investiga los crímenes de la dictadura brasileña (1964-1985), que fue creada bajo su mandato y de la que dijo sentirse “orgullosa”.
“Todos los pueblos necesitan conocer, sin ninguna restricción, su propia historia para no repetir los errores del pasado”, puntualizó.
La presidenta no quiso olvidarse del ex-presidente de Sudáfrica y Nobel de la Paz, Nelson Mandela, fallecido el pasado 5 de diciembre a los 95 años de edad, del que dijo que “su ejemplo de vida y de lucha continuará guiando a todos aquellos que defienden la justicia social, la paz y los derechos humanos”.
“Hablar de Mandela nos remite a la resistencia contra todo tipo de opresión. Hablar de Mandela nos remite a la capacidad de unión de un pueblo. Hablar de Mandela nos remite a la capacidad de un líder de construir, a través de su ejemplo, un país libre de racismo y de opresión”, valoró.
Por su parte, Lula Da Silva defendió a su sucesora y, sobre los manifestantes que estaban en el auditorio, afirmó que no le “asustan” las protestas, pero que los gobernantes “necesitan tener una conciencia de que la democracia exige mucho más” de ellos. Agregó que “aún hay cosas que faltan por hacer” en Brasil, pero que él tiene “la seguridad” de que Rousseff “las hará”.
La 19ª edición de los Premios de Derechos Humanos del Gobierno brasileño, que conmemoran el aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que el pasado 10 de diciembre cumplió 65 años, reconoció la labor de 25 asociaciones y activistas que luchan por el cumplimiento de dicho acuerdo multilateral.
Entre los premiados de este año se encuentran la cantante brasileña Daniela Mercury, el Movimiento Popular de Calle de Bahía y Rede Rua, ambas centradas en personas sin hogar, el periodista Nilmário Miranda, el Foro Nacional de Juventud Negra y la activista por los derechos de los ancianos Maria Da Penha.