El año pasado pudo haber significado una batalla ganada contra la inflación por la administración libertaria del Presidente Javier Milei. Sin embargo, también representó una pérdida salarial significativa para la mayoría de los argentinos, si no la desaparición de sus medios de subsistencia, como ocurrió con los trabajadores temporales del Estado cuyos contratos no se renovaron como era habitual en gobiernos anteriores.
La imparable hiperinflación devora el poder adquisitivo de los venezolanos que necesitaron contar con 220 salarios mínimos en mayo pasado para poder adquirir la canasta básica de alimentos, que aumentó 119,8% con respecto a abril.