La detención en Francia el pasado fin de semana del fundador y CEO de Telegram, Pavel Durov, tuvo repercusiones en América Latina. En un primer momento, la medida se consideró un ataque a la libertad de expresión, a pesar de que los magistrados que dictaron la orden de detención afirmaban que Durov era sospechoso de estar implicado en una serie de actividades ilegales, como tráfico de drogas, blanqueo de dinero y distribución de pornografía infantil.