La histórica visita al Vaticano se había reprogramado por la enfermedad y posterior fallecimiento del Papa Francisco En un momento histórico para la unidad cristiana, el rey Carlos III se convirtió en el primer monarca británico reinante en casi cinco siglos en orar públicamente con un Papa, uniéndose a León XIV para un servicio ecuménico en la Capilla Sixtina este jueves. El evento marca el paso más significativo hacia la reconciliación desde el cisma anglicano de 1534, cuando el rey Enrique VIII rompió con Roma.
Carlos III, cabeza de la Iglesia de Inglaterra, y la reina Camila se sentaron en tronos dorados frente al altar, ubicado bajo el fresco del Juicio Final de Miguel Ángel. El servicio fue presidido conjuntamente por el papa León XIV y el arzobispo anglicano de York, Stephen Cottrell.
La ceremonia de media hora fusionó las tradiciones católica y anglicana, con himnos interpretados tanto por el coro de la Capilla Sixtina como por coros visitantes de la Capilla Real del Palacio de St. James y la Capilla de San Jorge del Castillo de Windsor. El tema central de la oración fue la protección de la naturaleza, destacando un punto de convergencia actual entre ambas iglesias en materia ambiental.
La visita del Rey pretendía estrechar lazos entre ambas iglesias, que siguen oficialmente divididas en cuestiones como la ordenación de sacerdotisas.
En otro gesto simbólico más tarde ese mismo día, el Rey Carlos viajó a la basílica pontificia de San Pablo Extramuros, que mantiene vínculos históricos con la Iglesia de Inglaterra. Allí recibió el título de Cofrade Real, signo de compañerismo espiritual, que fue correspondido por el Papa al recibir el título de Cofrade Papal de la Capilla de San Jorge del Castillo de Windsor.
El Rey se sentó en una silla especial en la basílica, con su escudo de armas y la frase en latín Ut Unum Sint (Que sean uno), el mantra de la unidad cristiana.
El cardenal Vincent Nichols, arzobispo católico de Westminster, comentó que la sesión de oración conjunta constituye un ejemplo de cooperación genuina y profunda, siguiendo el trabajo preliminar realizado por la difunta reina Isabel II.
La visita real proporcionó un grato respiro espiritual al rey Carlos tras el intenso escrutinio en el Reino Unido por las acusaciones de conducta sexual inapropiada contra su hermano, el príncipe Andrés, que se reavivaron esta semana con la publicación de las memorias de la acusadora Virginia Giuffre. El rey se enfrenta actualmente a presiones para despojar al príncipe Andrés de sus títulos restantes.
La histórica visita al Vaticano se había reprogramado a principios de este año tras la enfermedad y posterior fallecimiento del Papa Francisco.